10 de julio de 2025
Fue una de las principales referentes del movimiento de jubilados en Azul y en la Zona XXX. Desde las luchas contra el cierre del organismo hasta las gestiones en Casa Rosada, su vida fue compromiso, militancia y gestión al servicio de los demás. Su historia se entrelaza con la del Diario EL TIEMPO, al que considera parte de su vida.
Cuando nació Delia Barbería, en 1935, una nevada cubrió de blanco las calles de Azul. Su hermano mayor, nacido en 1933 -el mismo año que este diario-, le reveló esa historia mucho tiempo después. "Por eso te llamás Blanca", le dijo. Esa anécdota sencilla marca el tono de una charla entrañable, donde la memoria no sólo recupera los recuerdos personales, sino también el pulso de una ciudad en transformación, de sus luchas, sus conquistas y sus valores.
Hoy, con 90 años, Delia sigue activa y comprometida, aunque ya no ocupa cargos ni lidera movilizaciones. "Me invitan, pero no quiero. No me gusta cómo se manejan algunas cosas. Yo fui, soy y seré del PAMI, pero el de verdad, el de los jubilados. No de los que hacen política con la salud de la gente", manifestó.
De la chacra al centro de la ciudad
Delia pasó su infancia y juventud en el campo, entre animales, cosechas y una vida sencilla pero plena. "Viví una niñez divina con mis padres. Después me casé con un chacarero, y también fue una vida hermosa. Años lindos, que ahora se añoran", recordó.
Pero la tragedia llegó de forma inesperada: su marido falleció a los 50 años, en un accidente doméstico. "Mi hijo estaba por entrar al colegio militar, mi hija tenía cinco años y hacía todos los deportes. Me juré que si hasta ese momento estaban bien, iban a seguir estándolo", aseveró "Beba", apodo por el cual muchos la conocen.
Y claro que estuvieron bien. En medio del dolor, Delia encontró en la participación comunitaria y la acción social un camino para no quedarse quieta. Se integró a los grupos de adultos mayores del PAMI, cuando acompañaba a su hija a clases de patín en el Club Cemento Armado. Fue allí donde conoció a otras familias con las que tejió redes que terminaron en activismo.
La militancia por los jubilados
Desde esos primeros grupos, Delia fue creciendo como referente. "Yo no tenía miedo de nada, salía a defender lo que fuera. La gente lo notaba. Y ahí empecé a ver cómo estábamos los jubilados, cómo funcionaban los sindicatos, la obra social... y me involucré", destacó.
Su primera gran intervención fue con los bancarios, en plena época de conflictos gremiales. En ese sentido Beba refirió que "me llamaron a una reunión en Mar del Plata, y allá fui. Había que salir a pelear por nuestros derechos. Los jubilados estaban mal, y la obra social tenía que garantizarles todo".
Después vendría otro capítulo decisivo: la formación del Sindicato de Amas de Casa: "Una amiga me invitó. Y arrancamos, como se podía. Las mujeres se hacían socias con 10 centavos de aquel entonces. Alquilamos una casa atrás del cuartel de los bomberos. Y desde ahí empezó a funcionar el grupo en Azul".
Ese movimiento fue parte de una lucha nacional que culminó con la sanción de la moratoria previsional, primero para mujeres y luego también para varones. Al referirse a lo mencionado anteriormente Beba aseveró que "eso lo peleamos desde abajo. Nos reuníamos con mujeres de todo el país. Fue una de las primeras luchas que dimos y que ganamos".
El PAMI no se va
Pero quizás el hito más recordado de su militancia sea su pelea para que la sede del PAMI no se trasladara desde Azul a Olavarría. De aquel episodio se recuerda un slogan que aún repiten muchos vecinos de la ciudad: "Si querés que el PAMI no se vaya a Olavarría, votala a Delia Barbería".
"Ellos ya tenían todo acordado. Nos querían llevar como conejitos de la India a firmar. Pero yo reuní a los de la Zona 30 y les dije: '¿Cómo se van a llevar el PAMI a Olavarría, si en Azul tenemos todo? Tribunales, sindicatos, representación'. Así fue que no firmamos nada", contó.
La historia siguió con idas y vueltas, reuniones en Buenos Aires, discusiones con autoridades y hasta un juicio con Adriana Capuano, quien dirigía la región y era oriunda de Olavarría. "Nos cruzamos mucho con Capuano. Pero yo no le aflojaba. Firmamos todos, pero con la condición de que la sede quedara en Azul. Y quedó", mencionó Barbería a este diario.
En ese contexto fue que Delia encabezó la gestión para que el Banco Industrial financiara la compra del edificio donde funciona actualmente el PAMI. "Me fui a Buenos Aires con la jefa del PAMI de Azul. Hicimos los trámites, hablamos con el Directorio y compramos la sede. Nos querían matar. Pero no se lo pudieron llevar", rememoró con orgullo y también entre risas.
Diario EL TIEMPO, un aliado
En otro tramo de la charla con este matutino, Barbería hizo alusión a que aún guarda recortes, fotos y documentos de aquellos años en carpetas que hoy conserva como verdaderos archivos históricos. "El diario siempre estuvo con nosotros. A veces tiraba algo para el otro lado, como corresponde, pero en general nos apoyó. Tengo todo guardado", apuntó en esa línea.
En una época sin redes sociales, los medios eran fundamentales para visibilizar los reclamos. Por eso es que Delia subrayó que "gracias al diario, muchas veces la gente se enteraba de lo que hacíamos. Y también nos creía, nos acompañaba".
Una vida entre viajes, gestiones y muchas luchas
Delia no se quedó en Azul para pelear por los derechos de los jubilados. Viajó decenas de veces a Buenos Aires, participó de reuniones en la CGT, en Casa Rosada, en ministerios, en el Congreso. Su nombre era muy reconocido por dirigentes nacionales. "Una vez, en una reunión, fui hasta la oficina de Hugo Moyano, que estaba al lado de la que estábamos nosotros. Le dije: 'Vos estás todos los días con el presidente (Néstor) Kirchner, ¿por qué no le llevás nuestro petitorio?'. Mis compañeros me decían que estaba loca, que cómo había ido a pedirle eso. Pero él, se puso la campera de cuero, vino a hablar y se lo llevó", señaló Barbería, quien paso seguido añadió que, poco después, logró hablar directamente con el presidente Néstor Kirchner. "Le dije que los jubilados nos moríamos de hambre. Me respondió: '¿Vos sos la de Azul? Cuando vaya para allá, hablamos'. Unos días después vino a la ciudad, me recibió en el gimnasio del Colegio Sagrada Familia, y me dijo que el aumento salía. Y salió. Cumplió".
Todo ad honorem
Por otro lado, Delia Barbería dejó en claro que "jamás cobré un peso por todo lo que hice. Nunca. Todo fue ad honorem. Acá, cuando compramos el Centro de Jubilados General Paz, esto era un basurero. Pagamos 4.400 pesos, que en esa época era mucha plata. Lo hicimos con mucho trabajo y sacrificio. Vendiendo fideos, haciendo bailes, rifas. Todo a pulmón".
De igual forma, Delia es categórica al hablar del rol del Estado, del PAMI, y de lo que considera un deber ciudadano: "A la obra social la tenemos que defender nosotros. No se puede hacer política partidaria con la salud de la gente. Eso es sagrado".
A su vez, con toda la experiencia recogida durante tanto tiempo de lucha, Barbería consideró que, a su entender, al frente del organismo debería haber un médico, pero apuntó que tiene que ser un profesional "de carrera, no cualquiera. Porque si no entendés la salud, no podés manejar una obra social".
"Se hizo con nuestro esfuerzo"
Hoy Delia, a los 90 años, sigue siendo parte del Centro de Jubilados General Paz, donde incluso dialogó con este medio. "Tenemos una comisión de jubilados jóvenes. Pero hay gente que se piensa que esto es de la municipalidad. Y no, esto es de los jubilados. Se hizo con nuestro esfuerzo", subrayó.
Desde su lugar, observa con preocupación la falta de compromiso de algunas generaciones: "Muchos creen que esto es para cobrar un sueldo. Pero al centro de jubilado hay que darle, no sacarle".
Su figura sigue despertando admiración. A tal punto que la llaman de ciudades vecinas, de asociaciones, de federaciones para consultarla acerca de diferentes temáticas relacionadas con los jubilados. "Porque saben que, cuando se necesita, Azul siempre dio respuestas. Nuestra obra social ha sido ejemplo. Han venido de España, de todos lados, a ver cómo trabajábamos", remarcó Beba
"Nunca me volví sin una respuesta positiva"
Delia no tiene nada que envidiarle a figuras nacionales como Norma Plá. De hecho, compartió movilizaciones con ella. "Norma era una visionaria. Tenía atrás un tipo que sabía todo, pero ella ponía el cuerpo", evocó.
También recuerda con nitidez las reuniones en la CGT, donde tenía una oficina y un abogado a disposición: "Nos reuníamos una vez por mes y gestionábamos aumentos. Teníamos todo bien armado. Por eso dolía cuando no llegaba la respuesta".
Pero la respuesta muchas veces sí llegaba. En ese aspecto fue tajante: "Yo conocía Buenos Aires como la palma de mi mano. Y nunca me volví sin una respuesta positiva. Eso me lo enseñó mi marido: a no aflojar nunca".
"Esto no es mío, es de todos"
Sobre el final de la charla Barbería afirmó que "ahora todo es más frío. Antes no había teléfono, ni WhatsApp. La gente venía a mi casa, les armaba las carpetas y me iba a gestionar personalmente. Ahora no hay ese espíritu. Pero acá seguimos, con el mismo amor de siempre por los jubilados".
Delia cierra la entrevista con una frase que resume su vida: "He dejado algo. Y estoy orgullosa. Pero esto no es mío, es de todos. Y hay que seguir cuidándolo".
Delia "Beba" Barbería dialogó con EL TIEMPO en el Centro de Jubilados General Paz, espacio que ayudó a construir desde cero. FOTOS NACHO CORREA
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