27 de agosto de 2023
En una nueva entrega del especialista Juan José Zurro, recordaremos más peleas del pugilismo amateur.
Por Juan José Zurro - Especial para EL TIEMPO
Durante la década del '60 hubo varios boxeadores importantes en el plano amateur en la ciudad. Algunos de ellos fueron Carlos Jauregui, Omar Domínguez ("Kid Charol"), Roberto Grimaldi, Omar Andrada, Armando Enrique Peralta ("Kid Galleta") y Miguel Alonso.
Armando Peralta, "Kid Galleta", no era familiar de Gregorio Peralta, más conocido como "Goyo". Fue un gran animador de numerosos festivales en aquellos años. Su categoría fue peso liviano, siempre en el amateurismo. Supo desplegar un boxeo con mucho fuego de lucha, vigorosidad y potencia en el lanzamiento de sus golpes. Contó durante su campaña pugilística con muchos seguidores en sus presentaciones en Azul, Tandil y Olavarría.
Las campañas de Omar Domínguez (gallo), Carlos Jauregui (medio mediano) y Miguel Alonso (medio pesado) les dieron la oportunidad de participar de un importante torneo amateur en Capital Federal: el histórico Torneo de Novicios de 1968, disputado en el estadio de la Federación Argentina de Box en Capital Federal, donde participaron muchos equipos representantes de distintos puntos del país. Así fue como Domínguez, Jauregui y Alonso formaron parte del equipo de Tandil.
En la reunión número 4 del 26 de marzo de 1968, Carlos Jauregui perdió contra Raúl Maldonado, de Rosario; y Miguel Alonso, frente a Darío Albarracín, de Córdoba. En cambio, Omar Domínguez le ganó a Juan Cacchia, de Rosario.
Domínguez caería por nocaut en la reunión del 2 de abril ante Miguel Tissera, de Río Cuarto. El torneo finalizó el 11 de ese mes, y ningún integrante del equipo de Tandil llegó a la final. Es de destacar la actuación de todo el equipo, el hecho de haber clasificado en un torneo tan importante es más que valioso, y el haberse enfrentado a los mejores créditos del país, también.
Los últimos años de la década del '60 tuvieron como protagonistas destacados a varios púgiles azuleños. En los primeros planos, estaban "Goyo" Peralta, su hermano Avenamar, Armando Gigena y Adolfo Cejas, que ya combatían con rivales de fuste. Gigena hizo tres presentaciones en el Luna, una de ellas frente a Romo, exrepresentante olímpico. Cejas empató con Víctor Galíndez en el gimnasio de Alumni. Pero también debutaban en el profesionalismo los otros hermanos Peralta, Néstor y Alberto, quienes a su vez se sumaban a este distinguido grupo de boxeadores profesionales azuleños que también tendrían en esas filas a Ramón Albisini y a Carlos Pouyannes.
Ramón Albisini, otro de los pugilistas que se destacaron a nivel amateur.
Buena semilla para el boxeo
Durante las décadas del '60 y del '70, apelando al gran archivo del periodista Mario Vitale, fueron muchos los nombres de los boxeadores azuleños que se presentaron en la ciudad y alrededores. Ellos son: "Pichín" Cardoso, Jorge Ribeiro, Nicolás Merlos, "Kid Seven Up" Ibarra, Carlos Pessina, Omar Andrada, Roberto Coria, Eduardo Corvalán, Alfredo Galuchi, Carlos Reynoso, Norberto De la Rosa, José Spallina y Rubén Gómez. La huella de aquellos memorables años de boxeo fue acompañada por la dirigencia de Giorgi, Lescano, Maringola, Fortunato, "Pocho" Álvarez, Héctor Mandagarán, Osan, Carmelo Ruiz y Delbonis. Contando también con los entrenadores Nazario Peralta, Octavio Andrada y José Vena.
El doctor José Manuel "Manolo" Arpaia recordó de aquella época que "en la zona de la estación del ferrocarril había varios hoteles, entre ellos, el de mi papá. Recuerdo ver llegar con sus bolsos a los rivales de Avenamar, de quien yo tenía especial cariño". Del detalle del abogado azuleño surgió otro ritual de aquella época: "En el local de Delbonis de Yrigoyen y Uriburu (hoy De Paula) íbamos con mi tío a buscar las entradas y había una maqueta que demostraba la ubicación del ringside y las populares, entonces ahí elegías la entrada. Esa era la manera. El gran recuerdo que tengo del boxeo azuleño es la época de Alumni en la década del 70, con Gigena, Avenamar y Cejas. Eran a estadio lleno".
El recuerdo del Club La Cotay
La esquina de San Martín y Las Flores fue un lugar de entrenamiento para muchos boxeadores desde mediados de la década del '60 hasta finales de los '70. El barrio supo de un grupo de vecinos que solían reunirse sobre una vivienda de la calle San Martín 190, donde en una ronda de mates, fundaron un nuevo club llamado La Cotay. Este nombre deriva del canto de un pájaro.
El barrio y el club supieron tener equipo de fútbol en el denominado Torneo de los Barrios, allá por 1952. Sin embargo, dicha entidad se transformó, años más tarde, en un reducto de boxeadores gracias a la presencia en la ciudad de figuras importantes del deporte. En aquella ronda de mates estaba Carlos Albanese, quien, con el pasar de los años, se transformó a fines de los '60 en el dueño de la esquina, hoy transformada en una famosa pizzería azuleña.
En esa época, aquel lugar, aquella esquina, por el empuje de Albanese y un grupo de amigos, se transformó en un punto de encuentro de muchos boxeadores. Al fondo y sobre la calle Las Flores se montó un ring con un par de elementos para la práctica del boxeo.
"Goyo", Avenamar, Adolfo Cejas, Armando Gigena, Carlos Pouyannes, los entrenadores José Vena y Octavio Andrada fueron habitués del lugar, donde se entrenaban a la par. También supo entrenarse allí Antonio Oliveto.
El barrio supo mantener el nombre La Cotay, y muchos locales que se instalaron en aquella zona también lo tomaron.
En enero de 2006 se realizó un acto donde se descubrió una plaqueta en reconocimiento a la historia del club. El evento, sencillo y emotivo, dio lugar también a unas palabras por parte de Albanese y a un sentido minuto de silencio por los amigos del club que ya no estaban. Estuvieron presentes Avenamar Peralta, Octavio Andrada y Orfel Gómez. Un pedazo de historia del boxeo azuleño se escribió en aquella esquina.
Por otra parte, la historia de Ramón Albisini es merecedora de ser destacada. Con una aproximación al boxeo desde chico en Tiro Federal, donde había un señor de apellido Silva que enseñaba los movimientos básicos, fue su amigo Armando Gigena quien lo motivó a meterse de lleno en el deporte. Ambos hicieron el servicio militar juntos, y una vez terminado, Albisini comenzó a entrenar en Alumni. Rápidamente llamó la atención su boxeo rápido y efectivo basado en un buen juego de piernas. Cuenta que su madre le llevaba la cuenta de sus peleas, las que fueron en total 54 como amateur, con una sola derrota en Coronel Suárez en un fallo localista.
En aquel tiempo el Luna Park mandó a Nesci como veedor, aparte de ser entrenador. Nesci vio un guanteo entre Albisini y Adolfo Cejas. Al tiempo volvió a Azul y recomendó al muchacho azuleño, que viajó a Capital Federal para iniciar los trámites para hacerse profesional.
Así fue que Albisini justo coincidió con una pelea de Gigena en el Luna Park un miércoles. Al día siguiente se dirigió a la Federación Argentina de Box, donde tendría que someterse a estudios y análisis de todo tipo: desde equilibrio hasta la vista. Cuando llegó el turno de los ojos, ahí comenzó su final. Ramón no veía la totalidad de la pizarra. Porzio intentó animarlo, pero ya estaba todo dicho; ese problema terminó con su carrera como boxeador profesional.
Si bien realizó un par de peleas más, su futuro quedó trunco. Guarda como recuerdo aquellos momentos de entrenamiento en Alumni, donde su amigo Gigena le pedía que lo ayude para guantear. Trabajaba en velocidad, pero con las manos livianas; se acuerda perfecto de su estado atlético y de sus virtudes como boxeador. El Diario El Tiempo, en aquella semana de análisis y estudios en la Federación, se adelantó a la noticia de Albisini listo para el profesionalismo, pero que finalmente no pudo ser.
Hugo Floro se destacó en el plano amateur e hizo un par de peleas como profesional, pero la oportunidad de un trabajo bien pago y la falta de patrocinador hizo que colgara los guantes.
Una época maravillosa del pugilismo
Volviendo a lo general del boxeo en Azul, lo destacado y a resaltar en esos años fue la cantidad de boxeadores profesionales que tenía la ciudad. Esto habla de años de actividad y perfeccionamiento. Si se analiza desde la creación del Club Defensores de Barracas, con Giorgi y Maringola a la cabeza, pasando luego por la aparición de los nuevos dirigentes de Alumni, como Delbonis, Ponthot, y hasta la dirección técnica del puntano Octavio Andrada, se ve reflejado cómo Azul llegó a su pico máximo de jerarquía en esos últimos años de la década del '60.
Siempre destacando también que, por aquellos años, se vio el fruto del trabajo de gimnasios de boxeo como lo fueron el Justo Suárez, de "Cacho" Fortunato, de donde salió Cejas, o la creación de La Cotay, en San Martín y Las Flores.
También se descubrieron talentos para el boxeo por distintos puntos de la ciudad. Tal fue el caso del boxeador amateur Hugo Floro, quien en peleas callejeras supo llamar la atención del entrenador José Vena.
Floro se destacó, primero, como peleador callejero y, después, como boxeador amateur dentro del boxeo local. Ya arrancada la década del '70, con la aparición de un nuevo dirigente importantísimo como Francisco Osan en el Club Vélez Sarsfield de esta ciudad, Floro tuvo una carrera destacada en el plano amateur. El relato del púgil de aquellas jornadas de desafíos y enfrentamientos en veladas de boxeo en la ciudad no hace más que reafirmar lo dicho anteriormente: el boxeo azuleño vibró en aquellos años, fruto de destacados dirigentes y entrenadores que no solo formaron boxeadores, sino también hombres que dejaron un legado en la organización de eventos boxísticos y como dirigentes de clubes locales.
La importancia de Floro como boxeador se destacó en su acercamiento a dos personas muy importantes en el boxeo azuleño: Avenamar Peralta y Agustín Nazario Peralta. La diferencia de diez años que Avenamar le llevaba a Floro no hizo diferencias al momento de relacionarse. Avenamar paseaba por la ciudad y se relacionaba con muchas personas, entre ellas, el papá de Floro. Y este aprovechaba el acercamiento para llevarle el bolso a Avenamar cada vez que entrenaba en Alumni.
Vale recordar que entraba poca gente a esos entrenamientos. Sin embargo, Floro pudo acceder y ver a esos grandes entrenando en la institución alumnista: Avenamar, Gigena y Cejas a la cabeza. En tanto que Ramón Albisini y Jauregui, entre otros, fueron cautivando al joven Floro para dar el siguiente paso, animándose a entrenar.
En su barrio, Floro se acuerda que a sus 15 años estaba Don Agustín Nazario Peralta, quien tenía un gimnasio en Guido Spano y Libertad. En aquel lugar había mucha seriedad en cada entrenamiento y se destacaron los hijos del propio recinto: Nazario Peralta, Daniel Peralta, Alfredo Peralta y Juan Domingo Peralta, quienes no tenía parentesco con "Goyo" y Avenamar.
A sus 17 años, Floro fue a Boca y arrancó su carrera como boxeador. Dijo tener 48 peleas como amateur, 36 de ellas ganadas. En su etapa se destacó también por desafiar en el ring a sus futuros rivales.
Tuvo noches de actuaciones con mucho público, como la noche que enfrentó a Carmelo Mansilla, a Mario Pereyra y a Carlos Vivas en unas jornadas en las que Adolfo Cejas lo acompañó en su rincón.
Experiencias varias con boxeadores azuleños de la época: guantear con Avenamar, con el chileno Braganza Martínez y con Carlos Pouyannes. Asimismo, tuvo vivencias con boxeadores nacionales: desde alcanzar agua a Monzón en un festival en Alumni, hasta cruzarse con Nicolino Locche en Mar del Plata y con Sergio Víctor Palma también.
Floro hizo un par de peleas como profesional, pero la oportunidad de un trabajo bien pago y la falta de patrocinador hizo que colgara los guantes. Sin embargo, no dejó su pasión por el deporte. Fue árbitro de boxeo y se destacó en muchos festivales en la ciudad y en la zona.
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