28 de enero de 2024

HISTORIAS QUE INSPIRAN

HISTORIAS QUE INSPIRAN . "El viejo almacén" de Pablo Acosta y una familia detrás de su mostrador

El Partido de Azul tiene mucha historia, por lo que en cada uno de sus rincones hay algo por contar, por mostrar, por recapitular. Desde principios del Siglo XX, cuando se construyó el edificio, funcionó un almacén de ramos generales. En 2005, Viviana Coluccio Fabián Vendemila lo convirtieron, además de su hogar, en un restaurante enclavado en el ámbito rural, que se desarrolla no sólo como un emprendimiento gastronómico, sino también turístico.

Catalina Pace

Especial para El Tiempo

Si se piensa en una biografía de nuestro país, se pueden analizar muchos conceptos, distintos momentos, costumbres, lugares y millones de personas que han marcado y aún representan cada situación.

Con el paso del tiempo fueron quedando muchas cosas atrás que es importante nunca olvidar y siempre recordar. Por ejemplo, es fundamental rememorar las pulperías o almacenes de campo, sobre todo porque todavía algunas siguen en pie.

En este caso, nos adentraremos en la vida de "El viejo almacén", el restaurante que se encuentra en la estación de Pablo Acosta, a unos 56 kilómetros de nuestra ciudad, sobre la ruta 80.

En el 1900 se construyó, en una de las esquinas de aquel pueblo, una casa para funcionar como almacén de ramos generales. En ese entonces, era el lugar de encuentro para los habitantes rurales y para los viajeros que transitaban por la zona. Comían, bebían y compartían un momento con buena compañía.

Luego de unos años dejó de ser lo que era, por lo que no siguió funcionando como almacén, sino que pasó a ser alquilada como vivienda. Sin embargo, para Viviana Coluccio, Fabián Vendemila y la familia que formaron juntos, la histórica casa pasó a ser ambas cosas: su hogar y su restaurante.

En el 2005, decidieron comenzar con este emprendimiento turístico que ahora es más que eso. Tal como comenta la técnica en turismo cultural y protagonista del mismo: "Siempre habíamos puesto el ojo con mis amigos en este lugar porque veíamos que tenía potencial, pensábamos en qué bueno era poder llevar adelante el proyecto. En ese momento ni me imaginaba que iba a estar viviendo acá y mucho menos con toda mi familia."

Le presentaron la iniciativa a quienes en ese entonces eran los dueños del almacén e hicieron un contrato a quince años, con los primeros cuatro de ellos "de gracia" por las mejoras que había que realizarle al edificio.

Si bien todo lo que es la estructura del mismo se mantuvo, tuvieron que cambiar varias cosas, como por ejemplo los cables que eran de tela y por los cuales hubo que hacer una instalación eléctrica nueva.

-¿Qué otras cosas tuvieron que modificar y cuáles decidieron dejar intactas?

-Hubo que hacerle muchas cosas porque funcionaba como una casa del 1900, sin agua caliente. Había una cocina a leña que estaba rota, no tenía vidrios, le faltaba pintura y el baño estaba afuera. El resto del edificio no se tocó. Tiene las veredas, techos y ventanas originales, aunque tuvieron que restaurarse algunas de ellas por el estado en el que estaban.

-¿Qué más conservaron del histórico almacén de ramos generales que antes funcionaba allí?

-Están los mostradores originales, como así también las estanterías, el teléfono, el fonógrafo y sus puertas. Intentamos mantenerlo lo mejor posible para que no pierda la esencia de lo que fue en la época en la que se fundó originariamente. Además, en las paredes hay herramientas de campo y en la parte de adelante sumamos muchas fotos que nos fue dejando la gente que había venido años atrás.

Y aunque esto puede parecer simple, realizaron todas estas modificaciones y la puesta a punto rápidamente, ya que pensaban finalizar todo el proyecto en 10 años, pero finalmente lo hicieron en tan sólo uno. Comenzaron abriendo sus puertas como una casa de té los fines de semana y con visitas guiadas por el lugar. Un día se organizó una competencia de bicicleta y llegó mucha gente de Azul, y desde entonces los siguientes fines de semana aparecieron varias personas más.

"A menos de un año de ponernos en funcionamiento, los clientes nos empezaron a decir que abramos entre semana, así tenían un espacio para encontrarse, jugar al truco y tomar unas copas", señala Viviana. Y por eso fue que comenzaron a turnarse con su esposo para viajar otros días de la semana a abrir el local. Pero se volvió algo tan constante que decidieron mudar a toda la familia a Pablo Acosta, para dejar de ir de un lado al otro y terminar de apostar todo al proyecto.

De esta manera, fue como los clientes marcaron el rumbo de "El viejo almacén" al poder indicarle a los dueños del mismo qué era lo que iban a buscar. Los escucharon y, en base a lo que les recomendaron, fueron variando hasta convertirse en el restaurante que es hoy, uno que abre todos los días de la semana, con reserva previa y que deja satisfecho el paladar de quienes consumen sus fiambres, las carnes hechas al asador o las verduras servidas para acompañar, todo cocinado por la familia Coluccio-Vendemila.


-¿Cuántas personas suelen recibir, aproximadamente?

-Depende de la época del año. En verano nuestra temporada es baja, pero desde marzo hasta los primeros días de diciembre es alta. Un domingo podemos llegar a atender alrededor de doscientas personas. Los primeros años no venía mucha gente; empezamos a tener un poco más de popularidad en 2010, cuando salió un libro que reconocía a todos los almacenes de campo de la provincia y con una nota que nos hicieron en 2012 para una revista.

-¿Cómo se organizan para recibir a toda esta gente? ¿Qué se le ofrece al cliente?

-La idea es no complicarnos con la cocina. También hemos recibido algunas visitas de chefs internacionales y tomamos sus consejos al pie de la letra. Ofrecemos comidas que la gente tal vez no hace habitualmente en su casa, como empanadas de osobuco, de chorizo y de cordero, carnes al asador. Fabián empezó a hacer chacinados desde la pandemia, con distintas recetas, y son cosas que en otros lugares no encontrás.

La calidad humana, la rica comida y la historia del lugar, invitaron e invita a mucha gente a acercarse a consumir algunos de los productos realizados por esta familia.

En un principio iban personas cercanas a un radio de cien kilómetros, pero ahora llegan desde todos lados, de todo el país. Algunos que están de paso, otros que van exclusivamente porque quieren conocer el lugar. Además, las redes sociales, por ejemplo, fueron fundamentales para ellos, ya que varios influencers, youtubers y gente que se dedica a viajar y dar tips al respecto, los mencionaron al ir a comer y comentar un poco de lo que se puede hacer allí.

A su vez, en este momento tienen una cabaña en funcionamiento después de que restauraron un antiguo galpón de campo. Aunque la idea es hacer más, por el momento se prioriza mantener activo de la mejor manera el restaurante. Para eso se encargan de lleno en seguir creciendo y aprendiendo. Lo mismo hacen con la sustentabilidad del ambiente, buscan cuidarlo como se debe, consiguiendo que llegue una vez por semana el camión del municipio a buscar la basura previamente separada, comprendiendo que hay una planta de agua mineral que hay que tratar de mantenerla en condiciones, entre otras.

Se la jugaron de lleno en el emprendimiento y ahora la familia, compuesta por la pareja y sus cuatro hijos (Nahuel, Luciano, Catalina y Joaquín), hasta está viviendo en Pablo Acosta.

Ellos buscan mantener la esencia que caracteriza al lugar, con la tranquilidad, el buen comer y el disfrute. Y tuvieron su recompensa: ahora abren sus puertas exitosamente todos los días, durante la semana hasta el mediodía y los fines de semana desde las 9 hasta las 20, aproximadamente, aunque siempre corrido. Y aunque piden que hagan la reserva previamente, siempre que tengan en stock le van a brindar comida a toda persona que vaya.

-Para finalizar, ¿qué le diría a una persona para que se acerque a "El viejo almacén" de Pablo Acosta?

-Que es el único hito histórico de la estación Pablo Acosta. Si quieren conocer un paraje rural y volver un poco atrás en la historia de estos lugares, que se acerquen a vivir la experiencia. Queremos que disfruten de la comida y de la familia cuando vienen, mientras están en un ambiente donde los remonte al pasado.


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