Entrevista y nota: Fabián Sotes

Fotos: Nicolás Murcia

El próximo 31 de octubre no será un día más en la vida laboral de la abogada Magdalena Forbes. "Va a ser el último día", afirma ella con relación a su actividad ligada a la función pública y, específicamente, a la conducción del Juzgado de Garantías número 1 con sede en el Palacio de Justicia de Azul.

Después de más de tres décadas de trayectoria en el Poder Judicial, esa mujer que hace 63 años nació en la Capital Federal, pasó su infancia en Temperley, vivió un tiempo en Inglaterra con sus padres, al regresar de Europa residió en La Lucila y posteriormente -una vez que se recibió de abogada- decidió radicarse en esta ciudad, se retirará de la función pública para acogerse a su jubilación.

"Tengo una pila de cosas para hacer al día siguiente de que me jubile. No me va a pegar el bajón para nada", confiesa desde su despacho en una charla con EL TIEMPO, cuyo disparador para convocarla y convertirla en la protagonista de esta nota es el Día de Abogado celebrado ayer. Pero también, conocer algo más de su historia personal, que ha estado ligada al ámbito de la justicia penal y en la que Azul terminó convirtiéndose en su lugar en el mundo.

En esta ciudad se radicó después de haberse casado. Y terminó de formar su familia, que años después a comenzar a vivir acá incluyó los nacimientos de sus dos hijos.

"La decisión de venir la tomamos con mi marido, Guillermo Aira. Fue en el año 1986 que nos mudamos a Azul. Eso quiere decir que tengo muchos más años de estar en Azul que en otros lugares", cuenta café de por medio.

Sus dos hijos son azuleños. Lucrecia, que tiene 34 años, es pediatra y trabaja en Trelew y Puerto Madryn, la ciudad donde vive actualmente. Y Guido, de 33 años, "en breve se recibirá de ingeniero". Actualmente reside y trabaja en La Plata y "él sí ya está casado".

Según admite Forbes, una vez que se jubile retomará su afición por la pintura. Y al respecto, ese lugar que se convierte en la escenografía de esta entrevista -su despacho del Juzgado de Garantías 1, del que es titular desde septiembre de 2016- está plagado de cuadros.

Sobresale, entre todos ellos, una reproducción de una de las obras más emblemáticas de Vincent van Gogh, uno de sus artistas preferidos. Y también pueden verse colgados en las paredes de ese espacio ubicado en el segundo piso del Palacio de Justicia de Azul obras de la artista plástica azuleña Silvina Mele, con quien Magdalena Forbes ha tomado clases de pintura desde hace más de una década y piensa retomar no bien se jubile, y hasta cuadros creados por ella misma.

"Siempre quise ser jueza. Esto es lo que yo quería y a lo que aspiraba cuando empecé a estudiar Derecho. Siempre quise esta parte del trabajo. Y por suerte lo pude lograr. Lo que me gusta es, desde esta profesión, el vínculo con las personas. Siempre me gustaron el Derecho de Familia y el de Menores. Empecé a trabajar en el fuero de Menores acá en Azul y me encantó. Era la época en que estaba Eduardo Allende como juez. Yo fui Auxiliar Letrada de una de las secretarías del Tribunal de Menores. Trabajé varios años en la Secretaría Asistencial y luego pasé a la Penal. Ahí empecé a tomarle un poco más el gusto al Derecho Penal. También pasé, por un tiempito, por la Secretaría de la Asesoría de Incapaces, con Adriana Cordeviola, y después me fui a la Cámara Penal", rememora cuando este diario la consulta con relación a su trayectoria en el ámbito del Poder Judicial local.

En la Alzada departamental Magdalena Forbes comenzó a desempeñarse como secretaría. Y años después, cuando los miembros de la Cámara Penal ya eran otros, logró convertirse en la titular de ese juzgado del que se retirará a fines del próximo mes de octubre.

Pero antes de que ingresara a los tribunales, una vez radicada en Azul sus primeros pasos en la profesión de abogada los dio trabajando en el estudio de Aníbal Bocchio, lo cual sucedió hasta que en marzo de 1992 ingresó a los tribunales.

"Antes, como abogada, trabajé cinco años en la profesión. Pero eso lo tuve que suspender por los nacimientos de mis hijos. En ese momento preferí quedarme con ellos. Elegí dedicarme a ser mamá, por lo menos en esos tiempos. Fue hasta que mi hijo empezó el Jardín de Infantes y yo tuve la suerte de ingresar en el Tribunal del Trabajo", recuerda ahora. Y sobre su trabajo en el estudio jurídico del abogado Bocchio, agrega: "Fue poco más de un año. Pero después, con mi segundo embarazo, que tuvo alguna complicación, decidí dedicarme un poco más a mis hijos y mi familia".

Al hablar de su llegada a Azul, señala también que aquello obedeció a que "cuando estábamos por casarnos con quien hoy sigue siendo mi marido, su familia tenía una explotación rural en la zona de Velloso", la localidad situada en el Partido de Tapalqué. "Abrimos un mapa, vimos dónde estaba el campo que explotaba la familia de mi marido y también observé que estaban cerca ciudades como Las Flores, Saladillo... Y vi Azul. Y dije: 'En Azul hay tribunales'. Y así fue como me vine para acá".

Hasta que todo eso sucediera, Forbes no ejercía el Derecho Penal no bien se recibió de abogada. "Empecé trabajando en un estudio de la ciudad de Buenos Aires. Y mientras estudiaba, también trabajaba, ya que fui docente de Historia y Geografía en inglés. Soy bilingüe, estudié en un colegio de doble escolaridad, el 'St. Andrew's Scots School' de Olivos. Luego se dio todo muy junto: conocí a quien es mi marido, decidimos casarnos y nos mudamos para acá", rememora ahora que ya cumplió más de dos décadas de actividad ligada al fuero penal.

Desde la Cámara al Juzgado de Garantías

En la Alzada departamental con sede en el tercer piso del Palacio de Justicia de Azul Forbes trabajó durante diecisiete años. Primero fue Auxiliar Letrada y después Secretaria, cuando por ese entonces la integraban Carlos Pagliere padre, Jorge Esteban Herrero y Ernesto "Chincho" Arrouy. Y al Juzgado de Garantías 1, tras concursar "muchas veces y dar muchos exámenes", llegó tras su paso por la Cámara Penal, jurando en septiembre de 2016 como magistrada.

Probablemente, Magdalena Forbes haya sido en la historia más reciente del Departamento Judicial Azul la funcionaria que en más ocasiones estuvo ternada para ocupar un cargo, que finalmente pudo conseguir hace seis años en ese juzgado que actualmente conduce.

"Es la única forma de acceder a estos cargos. Y más allá de querer y apostar a ellos, lo cierto es que también significó una etapa y un proceso de aprendizaje muy importante para mí tener que sentarme a estudiar para dar los exámenes. Después, la cuestión está vinculada con lo constitucional de cómo uno accede a esos cargos. Pero primero se tienen que dar los exámenes. Luego, te ternan o no en el Consejo de la Magistratura y después eso avanza a través de otros poderes del Estado", reconoce.

También admite que aprendió a convivir con la tolerancia a la frustración que puede significar no acceder por concurso a un cargo en el Poder Judicial. "Puedo asegurar que esos golpes son fuertes", afirma. "Pero debe ser esa cosa de cabeza dura que uno tiene. Soy descendiente de escoceses y vikingos, que son muy cabezas duras, por lo que yo seguía insistiendo. Siempre preferí que me bocharan a desistir. Siempre quise tener la pelota en mi cancha, no perderla por no dar un examen. Y siempre les aconsejo a mi equipo y a los más jóvenes, quienes a veces pierden las esperanzas cuando no son designados para un cargo y creen que todo está armado desde antes, que insistan. Hay que seguir insistiendo. Por eso, siempre les digo que se anoten, que den los exámenes".

Desde que ingresó a ese Poder Judicial que dejará dentro de dos meses, declara que tiene "la camiseta puesta" porque "me encanta lo que hago y siempre me gustó lo que hice".

"Esa -afirma- es una de las cuestiones que hacen a un buen funcionario, a un buen magistrado y a un buen empleado: ponerse la camiseta del Poder Judicial y sentir lo que estás haciendo como algo realmente valioso y que forma parte del rol que tiene uno de los poderes del Estado. Eso es importantísimo".

En ese contexto, reconoce que "tuve muchos golpes y frustraciones" tras no haber sido elegida para esos cargos a los que se había postulado; aunque aprendió a convivir con eso.

"Una vez, cuando no me eligieron de una terna que integraba, dije que no daba más exámenes. Después me sentó Mercedes Malére -quien años atrás se jubilara como camarista penal-, a quien siempre la recuerdo, y me dijo que tenía que seguir dando exámenes. Hubo dos momentos importantes en mi vida en los que ella estuvo presente. En ese entonces y cuando me mudé a Azul y empecé a dar mis primeros pasos tocando puertas. Esa vez ella me dijo que no me disculpara por ir a pedirle trabajo, porque esa era la única manera de conseguirlo y todos habíamos pasado por eso. Ahora, eso mismo les digo a todos aquellos que aspiran a ingresar al Poder Judicial: que no están haciendo nada malo, sólo pidiendo por trabajo".

Algunas sensaciones previas al retiro

Para Magdalena Forbes, la función pública en el ámbito de la Justicia fue "lo mejor" que le pasó. "Formó parte de mi vida y a esto que hago nunca lo vi como un trabajo. No ocupa toda mi vida, pero sí forma parte de la misma de una manera integral. Es parte de mi esencia, de mi personalidad. No me cuesta el trabajo en sí. No le tengo miedo a trabajar todo un fin de semana, que en este cargo de Juez de Garantías es algo que sucede muy a menudo. Acá no hay tiempo de espera, porque un pedido para realizar un allanamiento u ordenar una detención no se puede dilatar".

"Por algo -señala con relación a su actual función- somos jueces de las garantías constitucionales. No protegemos sólo las de los imputados. Tenemos que hacerlo también con las de las víctimas. Y ahora, con toda la cuestión, afortunadamente instalada, de lo que es la perspectiva de género, resolver en función de eso es un gran avance. Esperemos que no nos vayamos de un lado para el otro, para los extremos, y sigamos por lo que yo llamo 'la autopista del medio'".

Su condición de mujer en el Poder Judicial, reconoce, la hizo pasar -al igual que a otras que desempeñan tareas en la función pública- "por algún tipo de resquemor".

"Por ahí, quizás muchas de mi edad o más grandes que han llegado a cargos de jueces o fiscales han pasado, en general, por algún tipo de resquemor por el hecho de que una es mujer. Todos tenemos los mismos derechos. Y no debería haber una diferencia en función de cómo uno elige su sexualidad. Lamentablemente, no todo el mundo está tan abierto a esto y es cierto que en otras épocas el hecho de ser varón te abría más puertas. Yo, como mujer, la tuve que pelear. Y es muy probable que más que si hubiera sido varón. Creo que en la actualidad esto todavía está un poco instalado; aunque entiendo que a través del rol que hemos asumido muchas mujeres en el Poder Judicial se está demostrando que somos muy valiosas. Ejemplos hay muchos. Entre ellos, de fiscales mujeres que son espectaculares, metedoras y que siguen hasta las últimas consecuencias con lo que hacen. Con esto que afirmo no digo nada en contra de los varones. Pero si destaco la función que cumplen mis colegas mujeres fiscales en la actualidad. Lo destaco enormemente, porque son mujeres muy aguerridas que avanzan con sus causas y, si tienen que seguir haciéndolo, no hay nada que las detenga. Eso para mí es muy valioso".

Dice que se va de la función pública sabiendo "absolutamente" que la sociedad no tiene, en general, una buena imagen de la justicia. Y en contraposición a esa impresión, sostiene que "nosotros trabajamos en pos de la sociedad todos los días" y "tenemos absoluta noción de las necesidades de la gente".

"Pero la realidad es que a veces las soluciones de los conflictos de la gente no pasan por el Poder Judicial. No puedo hablar por todo el Poder Judicial. Puedo hablar por nuestro grupo de trabajo. Y por mucha gente a la que yo veo que trabaja durante muchísimas horas para asegurar las resoluciones, para que estén fundadas, para que en lo posible conformen. Pero la ley es la ley, y siempre hay que estar resolviendo conforme a lo que la ley nos indica: con justicia, con equidad y ahora, con perspectiva de género y teniendo en cuentas las necesidades de la víctima. Pero también, indudablemente, teniendo en cuenta al imputado y su condición".

"He sido muy feliz en mi cargo, a pesar de que, obviamente, también he tenido cuestiones que me han dolido mucho", reconoce a modo de balance por todos estos años recorridos en su rol de funcionaria judicial.

"Hay que seguir apostando al Poder Judicial. Somos un poder del Estado. Algunas partes entienden que ya lo de la división de poderes es una cosa antigua, fuera de moda. Pero hay que entender el equilibrio de poderes, que es lo que favorece al ciudadano. Más allá de que habrá cosas por mejorar, eso es lo esencial de la división de poderes y espero que nos respetemos entre nosotros; y que desde los otros poderes también respeten al Judicial".

A pesar de su pronta jubilación, Magdalena Forbes afirma que continuará hasta octubre del año que viene con su actividad en la actual Comisión Directiva del Colegio de Magistrados y Funcionarios del Departamento Judicial Azul que preside el juez Pablo Quaranta.

Desde su cargo en esa entidad ha participado de la Mesa Intersectorial de Cannabis Medicinal impulsada desde el Concejo Deliberante de Azul e integra la Subcomisión de Asuntos Legales que coordina Paula Canevello.

"Voy a extrañar estar con mi gente"

Magdalena Forbes, en su despacho del Juzgado de Garantías 1, con parte de su equipo de trabajo.

"Voy a extrañar estar con mi gente, con mi equipo de trabajo. Voy a extrañar lo diario, de charlar las cosas con ellos, que son como hijos para mí", admite Magdalena Forbes teniendo en cuenta su retiro de la función pública, para lo cual falta cada vez menos.

"Varios de ellos -dice con relación a su equipo de colaboradores- son jóvenes. Alguno, incluso, es también amigo de mis hijos. Es gente con valores por los cuales me llevaron a mí a nombrarlas para trabajar conmigo. Tienen valores semejantes a los míos y también se ponen la camiseta del Poder Judicial, por lo que he aprendido a quererlos como si fueran también mis hijos. Conocen sus tareas, ponen el corazón en lo que hacen. Nadie se queja si tenemos que quedarnos después de hora, o si tenemos que trabajar un sábado o un domingo. Nunca escuché ni rezongos ni los vi trabajando a regañadientes".

"Eso lo voy a extrañar; aunque voy a venir a visitarlos más allá de que esa dinámica de grupo lograda al trabajar con ellos, que son parte de mi familia, se pierda", afirma la todavía titular del Juzgado de Garantías 1.