2 de mayo de 2022
Además de trabajar como bandoneonista hace 44 años, desempeña su actividad en C.E.A.L. Servicios Sociales donde convive con la muerte a diario. Anteriormente estuvo en un servicio de ambulancias donde también vivió situaciones límites, de extrema tristeza. Pero a lo largo de su vida, nunca dejó de hacer música.
Por Laura Méndez
de la Redacción de EL TIEMPO
Dicen que la música es sinónimo de vida, que nunca se la podría relacionar con la muerte. Resulta que en Azul hay un músico que además de tocar hermosas melodías, las disfruta, las ama, se las trasmite a sus hijos, irónicamente trabaja a diario con la defunción, se la encuentra todos los días porque ese es su verdadero trabajo.
Esto último puede resultar un tanto 'especial' pero lo que sí es cierto es que alguien lo tiene que hacer. Son sentidos contrapuestos: la vida y la muerte. La vida es la existencia en sí misma, y la muerte y el adiós definitivo lo que a todos nos va a tocar, lo irreversible.
Es el caso del bandoneonista Marcelo Maddio que actualmente desempeña su labor en C.E.A.L. Servicios Sociales pero desde los 8 años -o antes- que toca este instrumento. Ha sido parte de bandas muy reconocidas a nivel regional pero al mismo tiempo su trabajo - a lo largo de su vida- "de cabecera" fueron una fábrica de cerámicos, un servicio de asistencia de salud en urgencias y, actualmente, lo que se mencionó con anterioridad. De cada una de estas labores aprendió mucho, pero nunca dejó de hacer música.
En el marco del Día del Trabajador, EL TIEMPO dialogó con el artista quien contó cuándo arrancó con sus proyectos y cómo los lleva en paralelo con la lúgubre actividad.
"Creo que se nace siendo músico"
En principio recordó que "de los Maddio somos todos parientes y muchos de nosotros somos músicos".
Consultado a cuándo fue su primer trabajo expresó, con énfasis, "¡la música!". Agregó que "actualmente tengo 53 años pero desde chico que jugaba con latas y demás objetos que encontraba en mi casa. Creo que se nace siendo músico. Mi mamá quería que yo haga otra cosa además del primario, entonces me llevó a un profesor donde di mis primeros pasos en este arte. Yo sabía que iba a hacer música pero no tenía claro qué instrumento iba a tocar. En un principio quería ser baterista y el consejo de mi profesor de aquel entonces fue que no lo sea, porque siempre iba a tener que depender alguien más".
Del mismo modo expresó que "en aquel entonces, cuando yo era chico vivía enfrente de la casa de Marcelo Santillán, otro músico con el cual hemos compartido muchos años de escenario. En esa época los trabajos se festejaban en las casas y en el mes de marzo, cuando Marcelo me invitó su cumpleaños estábamos jugando en el patio de su casa y en un momento su papá se puso a tocar 'eso' porque para mi era 'eso'. Me lo prestó como a cualquier chico de esa edad que le ponen un instrumento en la falda".
Continuó "después de ese inolvidable momento, mi mamá me lleva al profesor donde ya iba. En ese momento quería saber qué era ese 'coso' que toca Santillán el cual me acompañó 44 años".
Acerca de la complejidad de tocar un bandoneón, lo describió "es un instrumento de aire con fuelle, tiene una amplia sonoridad. Tiene todas las escalas completas y cuando abre el bandoneón una nota suena de una manera y cuando lo cierra toca de otra".
"Posteriormente cambié a otro maestro que había venido desde Buenos Aires y mi gran maestro al quien le debo todo es a Miguel 'Pocholo' Mandagarán. Él me transmitió todo lo que sé.
El del bandoneón: Marcelo Maddio a sus 10 años.
La primera vez que subí a un escenario tenía 10 años en un baile en El Fortín con Carlos Russo que me llevó como alumno y toqué 'El Garrón'. Oficialmente toqué con Edgardo Santillán muchísimo en los bailes y mi trabajo no era más que ese: el de músico".
"A medida que fui creciendo, ya pasados los 20 años trabajé en una fábrica de cerámica que, por una reestructuración de personal, me quedé sin trabajo. Fui remisero durante 4 años. ¡Pero nunca dejé la música!", advirtió.
A continuación, siguió recordando que "formé una agrupación que se titulaba 'Los ases del compás' e íbamos a todos lados actuando con mucho éxito".
Del mismo modo añadió que "hubo un momento en el que no actuábamos tanto pero yo continuaba haciendo música con equipos de sonido, así que andaba en las bailantas, la época del Tropical bailable".
"Después comencé a trabajar en Pronto Azul Socorros Médicos como chofer de ambulancia 5 años. También estuve en Prowat caso 1 año y ahí hice el pase a lo que era SUMAZUL lo que después pasó a ser IE Emergencias, durante 13 años pero siempre con la música. Mi trabajo actual es en la Cooperativa Eléctrica en CEAL Sociales", explicó Maddio.
"Con el bandoneón fue amor a primera vista"
En segundo término sostuvo que "desde que estoy en mi actual trabajo me presento cuando me invitan a compartir escenario. He tocado con Telma Bethel, con mucha gente conocida en la ciudad y siempre trato de ponerle lo mejor de mí. Hoy en día forma parte de Quintango".
Continuando con la música "si bien me gusta el bandoneón he intentado tocar otros instrumentos pero con el bandoneón fue amor a primera vista, y si bien sé de tangos que es lo que más me gusta, -hago paso doble, chamamé, milonga, ranchera- el tango es mi fuerte".
Con relación a que el tango habla de amor, desamor, desengaños y muchos otros temas más, también habla de la muerte que es con la que convive en el día a día.
En este contexto expresó que "en la música encuentro cierto consuelo. Es un trabajo muy especial, que a los ojos de mucha gente cree que está fuera de lo normal. No se puede naturalizar, claro, pero se hace con responsabilidad. Pasé por situaciones complejas cuando estaba en el servicio de las ambulancias porque me encontré con escenarios críticos. Cuando a uno le toca un accidente o llega a un domicilio donde no hay esperanzas de vida es muy estresante. En el caso de mi trabajo actual, si bien es difícil aceptarlo pero ya está, lo que no quita que sea difícil. Pero nunca hay indiferencia a todo".
"La música es un canalizador"
En otro tramo de la charla Maddio mencionó que "siempre la música es un canalizador, es un consuelo a tanto dolor, es parte de mi vida. Música hay en todos lados, no solo en un instrumento. El sonido del viento, el canto de un pájaro no se puede callar". Añadió que "también existen en otras culturas donde la música está presente en un velorio con instrumentos de viento que van acompañando el cortejo".
"Los Ases del Compás", una de sus formaciones.
Para terminar opinó que siente mucho orgullo por haberle transmitido la música a sus hijos. De hecho su hijo Facundo de 28 años está en Buenos Aires, trabajando profesionalmente, es trompetista. Tiene a Florencia de 26 años, quien fue alumna de la Escuela de Música, tocaba el clarinete y ahora está dedicada a otra actividad. "Fiorella que tiene 14 años y mi mujer, Alejandra -casado hace 29 años- que siempre me apoyó y me acompañó, se termina de conformar mi familia".
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