12 de abril de 2020
Hoy se celebra el Domingo Santo en un contexto social y económico muy diferente a los de años anteriores. Por ello las la iglesia evangélica, luterana y católica, dejan -a través de un referente-, un mensaje de fe, esperanza y sobre todo resurrección.
Este año se vivieron las pascuas de una manera atípica. Aunque la fe sigue siendo la misma o por lo menos, ese es el mensaje que dejan los representantes de las distintas religiones, en Azul.
A continuación, cada credo en tiempos de cuarentena nos invita a reflexionar.
Por Padre Rafael
Iglesia Catedral
Nuestra Señora del Rosario
"Saludo pascual"
En medio de la noche, cuando todos los rincones de la tierra han sido ganados por la densa oscuridad, desde lo más hondo y oscuro de la muerte, la pesada puerta del sepulcro donde el Señor descansa, se abre y surge victoriosa la luz de Jesús Resucitado.
Ya nada la puede detener, apagar, ocultar. Ella se abre paso con su canto de victoria y levanta a su paso a todos aquellos que escuchan su voz y guardan su palabra: "he venido para que tenga vida y vida en abundancia".
Todo aquello que es alcanzado por la luz del Resucitado entra en esa luz. Ya no hay pecado que no tenga perdón, ya no hay dolor que no tenga consuelo, no hay ningún temor que nos arrebate la confianza, ningún odio que nos empuje a responder con la violencia ni ninguna muerte a la que no le siga la resurrección.
Con especial emoción los cristianos recibimos este año la alegría de la Resurrección de Cristo. En medio de tanto dolor, de la muerte que se mueve silenciosa y amenazante, los miedos que se nos filtran en el corazón, el encierro que nos aleja de los afectos y la vida normal que todos tenemos, vemos córrese la piedra del sepulcro y aparecer a Jesús que nos dice: NO TENGAN MIEDO, YO HE VENCIDO LA MUERTE.
Es lo que nos enseña el Papa Francisco: No huyamos de la resurrección de Jesús, nunca nos declaremos muertos, pase lo que pase. ¡Que nada pueda más que su vida que nos lanza hacia adelante! Él siempre puede, con su novedad, renovar nuestra vida y nuestra comunidad.... Su resurrección no es algo del pasado; entraña una fuerza de vida que ha penetrado el mundo. Donde parece que todo ha muerto, por todas partes vuelven a aparecer los brotes de la resurrección. Es una fuerza imparable. Verdad que muchas veces parece que Dios no existiera: vemos injusticias, maldades, indiferencias y crueldades que no ceden. Pero también es cierto que en medio de la oscuridad siempre comienza a brotar algo nuevo, que tarde o temprano produce un fruto. En un campo arrasado vuelve a aparecer la vida, tozuda e invencible.
La Pascua del Señor no es una idea ni algo del pasado sino que para quienes creemos en Cristo es nuestra mayor realidad. Y esa Vida nos hace obstinadamente confiados, esperanzados, capaces de aguardar los frutos donde nadie los espera, donde todos se han dado por vencidos. Gracias a este Vida no hay lugar para el pesimismo, para el desencanto y la desilusión, para el derrotismo y los cantos fúnebres. El cristiano es esencialmente un hombre, una mujer de esperanza, alguien que no se cansa de esperar.
La resurrección nos hace ingeniosos, astutos, creativos, con capacidad de belleza, de alegría, de sorpresa. La Resurrección del Señor nos hace fervorosos, nos da palabra, música, gestos, ternura y sonrisa, dones y carismas, comunión y tiempo para los hermanos.
La vida que hoy se abre paso a través del odio y de la muerte, es una vida que nos lleva al testimonio, a no quedar encerrados por miedo, por desconfianza, por vergüenza, por egoísmo, por no perder protagonismo. Es una vida que nos empuja a buscar lo que todavía no ha sido encontrado, lo que todavía aguarda ser alcanzado por esta Vida que hoy celebramos. Nos lleva a primerear, a ser fermento de la masa, sal de la tierra y luz del mundo.
Que podamos en esta Noche Santa acoger en lo hondo de nuestros corazones y de nuestra comunidad parroquial la Vida del Resucitado. ¡Felices Pascuas de Resurreccion!.
Por Pastor Pablo Sabatini
de la Iglesia Alianza Azul
"Hoy, como aquella vez,... en casa"
Algo muy particular ocurre este domingo de resurrección.
Así como el pueblo hebreo hace siglos atrás, estamos resguardados en nuestras casas.
Aquella vez para cuidarse de aquella plaga que mataría a todos lo primogénitos de los egipcios y de todos los que no pintaran los dinteles de sus casas con la sangre de un cordero sin defecto. (Éxodo 12), y nosotros para cuidarnos y cuidar a los otros de esta pandemia que azota a toda la humanidad.
La historia cuenta que el pueblo de Israel fue protegido por aquella sangre del cordero que fue rociada en los dinteles de cada casa, y desde entonces, la Pascua conmemora la liberación de Egipto.
Para nosotros los cristianos, la Pascua es la fiesta de Resurrección de Cristo. El cordero de Dios, derramó su sangre en la cruz, para que nosotros fuésemos libres del pecado, de la muerte, del miedo... de la depresión...la soledad... (Romanos 6:9)
Todo lo cargó Jesús en aquel madero, para que hoy, a través de la fe, podamos tener vida eterna y podamos ser libres de todo lo que nos esclaviza.
Jesús al tercer día, resucitó, venciendo a la muerte y dándonos una esperanza eterna!
Hoy, como aquella vez, podemos "resguardarnos" en nuestras casas, compartiendo con nuestras familias el verdadero significado de estas Pascuas: Jesús está vivo! Y si él vive, yo vivo también.
Hoy, quizás te sientas con temor de lo que va a ocurrir, lo que traerá el mañana...yo quiero animarte, a que pintes la puerta de tu corazón con la sangre que Jesús vertió.
Acercate a él por fe, este es el tiempo que deposites toda tu confianza en Aquel que tiene el poder para vencer la muerte...
Hoy, como aquella vez,...en casa, sabiendo que Cristo está vivo!
Felices Pascuas!
"Camino conjunto"
Por la Congregación La Transfiguración de Azul
Iglesia Evangélica Luterana
La oración para este día de Pascua: Dios de toda bondad, por causa de la resurrección de tu hijo Jesucristo amanece el día de la nueva creación.
Ha llegado el día del Señor, se han abierto los manantiales de la salvación.
En el Santo Bautismo nos has unido a la triunfante procesión de Cristo.
Concede a todas las personas el espíritu de la resurrección, para que podamos alabarte eternamente y regocijarnos en el don de la salvación, por Jesucristo nuestro Señor, quien vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén
La reflexión conjunta que nos pone de pié a los luteranos en estos momentos tan especiales para el mundo.
¡Jesús es el Señor de todo! El mensaje de paz ya comienza "después del bautismo que predicaba Juan". Dios ungió a Jesús con el Espíritu Santo y con poder (Hechos 10).
Este mensaje de paz -mensaje de Pascua- ya se puede reconocer en la vida de Jesús que hace el bien y sana a todas y todos aquellos oprimidos por el mal. La resurrección es la obra permanente de Dios en la que ahora participan todas y todos los bautizados.Estamos llamadas y llamados a sanar a quienes son oprimidos por las fuerzas -poderes y principados- que se oponen a Dios y que separan a los seres humanos de Él y los unos de los otros. La resurrección no es solo romper las puertas de la cárcel para abrirlas, sino también desmantelar las barreras, deconstruir los muros y liberarse de todos aquellos que han confinado, oprimido y dividido a personas, pueblos y naciones unos de otros.
La proclamación de la resurrección nos inserta en la trayectoria de la acción de Dios y en el plan que Dios está realizando continuamente, derrotando a la muerte de muchas formas e invitándonos a todas y todos a una comunidad reconciliada. El misterio de recuperar y reconciliar al mundo con Dios mismo es revelado por Dios a quienes son "testigos" de quienes comieron y bebieron con él después que resucitara de la muerte (Hechos 10), y que compartieron una comida con él. La comida de una nueva creación es también una mesa de invitación. El Cristo resucitado está esperando y llamando.
Todas y todos han de venir y participar, pues la bondad de Dios impregna el mundo entero.
Esa comida misma derriba las barreras, nos llena de esperanza. Y en esa comida festiva, Dios es reconocido.
¡Aleluya! ¡Cristo ha resucitado, verdaderamente ha resucitado! ¡Aleluya!
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