24 de junio de 2024
Víctor Alarcón, reconocido como uno de los últimos grandes floristas tradicionales, ha dedicado su vida al arte de las flores. Su pasión por las mismas nació en su adolescencia, influenciada por la belleza de la quinta de sus padres. A lo largo de los años, ha perfeccionado su técnica y ha mantenido vivas prácticas florales casi olvidadas en la modernidad. Habló con este diario sobre este trabajo, que con 85 años, sigue realizando con mucha dedicación y amor. Resaltó a su familia, su gran orgullo y recordó momentos entrañables en su historia.
Víctor Alarcón ha dedicado la mayor parte de su vida a ser florista, un oficio que no solo le ha brindado sustento económico, sino que se ha convertido en su gran pasión. Aunque oficialmente se jubiló hace más de 20 años, admite que no podría vivir sin las flores. Sin embargo, esta declaración parece más una "excusa", ya que las flores son una parte esencial de su vida, tanto como él lo es para ellas. En diciembre, Víctor cumplirá 86 años, y su dedicación y amor por su trabajo siguen siendo tan fuertes como siempre.
Durante su trayectoria Víctor llegó a hacer hasta 20 coronas por día. Además, su habilidad se extendía a la creación de diversos arreglos florales, desde centros de mesa hasta ramos de novia. Su destreza y creatividad en el arte floral lo convirtieron en un florista excepcional, cuyas obras eran y son muy apreciadas.
Víctor es conocido por su carácter humilde -no obstante destacó que "tengo mi temperamento"- y su hablar suave, lo cual lo convierte en una figura muy querida en la comunidad de Azul. Su tienda de flores, ubicada a solo una cuadra del cementerio, no solo era un lugar para comprar flores, sino también un refugio para quienes enfrentaban el dolor de perder a un ser querido. Víctor siempre ofrecía una palabra de consuelo y un oído atento, convirtiendo su local en un espacio de apoyo y comprensión.
A pesar de su edad avanzada, Víctor no ha dejado de trabajar. Acompañado por dos de sus hijos, sigue atendiendo su negocio con la misma dedicación de siempre. Su compromiso con las flores y con su comunidad es inquebrantable, demostrando que su vida gira en torno a las flores y que éstas, a su vez, son su mayor fuente de felicidad y satisfacción.
Víctor Alarcón es más que un florista; es un símbolo de pasión, dedicación y humanidad. Su historia es un testimonio del amor por el trabajo bien hecho y del impacto positivo que una persona puede tener en su comunidad. Su legado perdurará, no solo en los hermosos arreglos florales que crea, sino también en los corazones de aquellos a quienes ha tocado con su bondad y su sabiduría.
En este marco, EL TIEMPO decidió rendirle homenaje.
"Son todos regalos, la gente siempre fue muy agradecida"
La charla comenzó ni bien llegamos con el fotógrafo, nos mostró su oficina y sus cosas a las que llamó "viejas", "pasadas de moda" como un tocadiscos y demás artefactos que antes eran modernos. Pero mencionó, con orgullo, "esto soy yo".
Posteriormente recorrimos dos altares, hermosos, con imágenes de la virgen, ángeles y un sin fin de figuras que aclaró, por cierto, muy devoto de que "son todos regalos, la gente siempre fue muy agradecida".
Ya en el comedor desplegó dos álbumes de fotos. Todos contenían imágenes de flores, ramos de novia, claveles en cajas con un moño, y hasta coronas y debajo, una descripción de cada postal. Ya sean crisantemos, claveles, rosas, jazmines, todo escrito con la letra de su esposa fallecida (hace cuatro años), María del Carmen Prezioso a la que en todo el transcurso de la charla, la mencionó, la recordó, la homenajeó.
Posterior a ello contó que desde los 14 años que trabaja hasta que pasados los 20 años se instaló en su florería.
"Mi familia tenía quinta de verduras y de flores, en una chacra de 6 hectáreas, en Catamarca y Malvinas, en ese entonces había 23 florerías en Azul y yo repartía en un carro", dijo.
"Siempre estuvimos en el mismo lugar, hasta que me compré esta casa", agregó.
Y siguió añadiendo "es muy difícil que te explique toda mi vida en un rato, es muy largo". Pero Víctor lo intentó y comenzó con su mujer: "Yo ya me había casado y ella me ayudaba en la quinta, éramos dos máquinas trabajando".
"Con ella conformamos un familia muy linda, tuvimos seis hijos, tengo nietos y hasta bisnietos pero lo más importante es que me salieron todos muy buena gente y honestos. Ellos también tratan de mantener la familia en comunión, es difícil porque cada vez son más".
"Fui uno de los más jóvenes floristas"
Posteriormente retomó la florería continuó que "fui uno de los más jóvenes floristas, ya no queda ninguno, descendientes sí".
En paralelo siguió mostrando fotos de esa época de apogeo de la florería y de aquellas épocas, como la imagen de una citroneta.
"Para mí era importante tener auto, siempre que pude tuve".
Al ser consultado sobre si tuviera que elegir un oficio, sería el de florista, respondió "elegir se puede elegir la pareja pero eso no se elige, eso lo llevo en alma, en el corazón. Amo las flores y yo creo que las flores me aman a mí".
Explicó que también fue uno de los primeros en tener cámara de aire acondicionado, "las flores son como los pajaritos o como las mismas personas. Si las pones al sol, las maltratás, se mueren, entonces por eso hay que tener aire acondicionado, para mantenerlas vidas".
Continuó contando el proceso de mantenimiento de las flores.
"De 10 a 15 grados es la temperatura ideas para las flores", precisó.
Sobre si eran buenos colegas cuando había tantos floristas, afirmó que sí, "nunca tuve problemas con nadie, yo siempre fui por la mía, haciendo lo que siento, aunque sí, he cometido errores".
De la misma manera sostuvo que "en la actualidad hay mucha competencia en quintas de verduras, en ese momento lo había en quintas de flores, por eso eran más accesibles. Además, para tener una florería había que trabajar, llevaba mucho esfuerzo, tanto la quinta, estar todos los días, el mantenimiento, ahora hay poca demanda".
"Había noches que casi no dormíamos"
Acerca de cuánto tiempo le llevaba un arreglo floral, señaló que "no mucho porque estaba muy acostumbrado, era 'agarrarles' la mano y sobre todo amarlas".
Recordó y siguió mostrando imágenes con arreglos con frutas, con canastos de más de un metro de altura, y gigantescas coronas.
Al respecto dijo que "cuando falleció Miguel Castellar había en su velorio 200 coronas. Nuestro promedio diario era la elaboración de 12 coronas".
Con relación a un día rutinario en los años 70/80/90, Alarcón describió que "abríamos temprano, cerrábamos a las 19; pero si a las 19,15 tocaban timbre porque había fallecido alguien, había que ponerse a trabajar. En un solo velorio había 12 coronas, promedio. Es decir había noches que casi no dormíamos. Una corona llevaba letra por letra en cada cinta. Era mucho esfuerzo, mucho trabajo, pero muy lindo".
"Otra cuestión que tengo presente es que una vez me encargaron una sola corona y la llevamos a un barrio detrás de Lourdes, era un ranchito, no entraba por la puerta porque el techo era bajito. Sin embargo, la familia pagó por una corona. Incluso me ocurrió algo similar en el barrio detrás de San Francisco, era una casa muy humilde pero también encargaron tres o cuatro coronas, la gente pagaba".
Amplió que "en la actualidad una corona de ese mismo estilo, hecha con 120 crisantemos, es decir 10 docenas, el alambre, la cinta y el resto de las flores, debe salir 220.000 pesos, entonces se ponen menos flores pero por otro lado no se puede pagar porque me vino una factura de 80.000 pesos de luz. Además no hay quinteros, no hay personal, yo tuve en algún momento pero ahora no es lo mismo".
Sobre los trabajos que más demandaba la gente, sostuvo que "pedían desde ramos de novia, centros de mesa, regalos, de todo. Nunca faltaba el enamorado que le regalaba a su novia una orquídea, esos detalles eran tan lindos...".
Acerca de que si fue y es, además de un asesor, un contendor, teniendo en cuenta que está a una cuadra del cementerio y la gente pasa a comprar con una carga emotiva importante, manifestó que "yo soy parte de las flores porque según lo que le pasa o lo que me va contando la gente, trato de acariciarte el alma. Es muy difícil porque se escuchan cosas terribles, entonces siempre traté de dar mi aliento, escuchar, después me vengo a casa y trato de olvidarme porque yo también tengo mis cosas, siempre las tuve".
Añadió que "hay gente que llega y se gasta la poca plata que no tiene, que la tiene para comprar carne porque quiere homenajear a su ser querido, y yo se las preparo preguntando si es nicho, si es sepultura, si es cementerio Parque porque todos son diferentes y la gente ya con la mirada agradece un montón. Yo preparo esas flores como si fuesen para mis propios familiares".
"Este no es un oficio que no se aprende, lo tenes que sentir como un poeta siente las cosas. A ellos, los admiro mucho porque tienen una maneras de expresar cada frase que es increíble cómo llega al corazón".
Al mismo tiempo señaló que "también llega el hombre enamorado que quiere regalar un ramo de flores a su enamorada y lo asesoro sugiriéndole que le agregue una tarjetita, y si es posible envuelta porque es lo que va a aguardar ella. Es que yo soy eso".
Puntualizó que "trato de disfrutar cada momento de la vida como si fuera el detalle de cada flor o cómo armaba cada arreglo floral, sea cual fuese. Porque yo vivo lo que vive la gente, si sufre, sufro, y siempre hay una palabra para consolar. En tanto si la pasa bien, yo igual, y además la gente es muy agradecida".
Sobre por qué siguió trabajando después de su jubilación, se sonrió "¿cómo vas a pagar el gas, la luz, mantener un auto?. Siempre tuve auto, desde que era joven, era mi incentivo, porque tampoco era trabajar por trabajar. Siempre me gustó tener coche y me lo compré siendo muy joven, me gustaba salir a pasear con mi novia, después esposa y para mí eso era romántico".
También se auto definió "si, soy un romántico pero cuando ofendo, lastimo, pero no con palabras groseras. Soy Alarcón- García, así que tengo mi ascendencia española e italiana. Cuando me enojo, se nota".
Recordó otra anécdota: "una señora golpeó las flores de manera grosera, y le dije 'señora por favor no las trate así'. Estaba llena la florería. Y la señora me respondió 'las flores son mías y yo hago lo que quiero'. Así que le devolví la plata que aun la tenía en la mano, me quedé con las flores que además eran mías y la invité amablemente a retirarse del local".
También recordó a familias azuleñas como los Ronchetti, Prat, Gayani y Superregui.
"El escribano Néstor Fidel Napoleón "Nené" Ronchetti me dio la plata para que pagara la casa, ¿quién le iba a dar a un joven de 23 años plata para comprar una casa?. Y él me ayudó, claro que yo mientras trabajaba mucho.
Lo mismo que los Prat con otro terreno. Lo tuve gracias a esa familia. Yo no sé eran así conmigo. Gayani, gerente del Banco Nuevo, me colaboró con mi casa de Necochea. Nunca supe por qué conseguía esas cosas", se preguntó.
Él cree que no sabe pero seguramente ya se había ganado el cariño y respeto de la gente, pero sobre todo la confianza.
Al terminar la charla mencionó a Marina y Alejandro que son los hijos que lo ayudan en la actualidad en la florería. Motivó a estudiar a sus seis hijos, e incluso a aprender música e idiomas teniendo en cuenta que él no tuvo posibilidades decir a la escuela, sólo llegó hasta 2° grado.
"Me siento muy orgulloso de todos mis hijos, son muy buenos", sentenció Alarcón.
Sin dudas, una persona de bien, honesta, trabajadora pero muy apasionado por su labor. De esas que sienten el oficio en alma e incluso, hasta contagian.
EL DATO
La florería inauguró el 1 de mayo de 1967.
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