Días atrás, una niña de 12 años fue hallada sin vida en su dormitorio en la localidad santafesina de Capitán Bermúdez, en el Gran Rosario, y su familia sospecha que el deceso se produjo a raíz de un "reto" viral de TikTok.

De acuerdo con los resultados de las pericias, la menor falleció por ahorcamiento y no se detectaron signos de abuso ni participación de terceros.

El desafío "blackout challenge" consiste en aguantar la respiración durante el máximo tiempo posible. El principal -y peligroso- objetivo tiene que ver con desmayarse a raíz de la falta de aire, por eso el término "blackout", o desmayo en inglés. Luego, quien lo realizó debe contar su experiencia en un video y postearlo. Este reto viral no es nuevo, y ya se ha cobrado decenas de vidas en los últimos años.

En diálogo con EL TIEMPO, la licenciada en Psicología y Psicopedagogía Sofía Provenzano se refirió -entre otras cuestiones- al uso de las redes sociales que hacen los niños, niñas y adolescentes, y al fundamental rol que deben llevar adelante las familias ante un escenario que resulta realmente complejo.

"Estar atentos realmente a la forma de acompañarlos"

"¿Cuándo brindarle un celular a mi hijo/a? ¿Qué redes le permito usar? ¿Solos o acompañados? ¿Qué cantidad de tiempo le permito usar pantallas? Son algunas de las muchas preguntas que nos surgen a quiénes acompañamos infancias desde cualquier lugar", comenzó planteando la profesional azuleña.

Asimismo Provenzano destacó que "muchas familias preocupadas y ocupadas por brindar el mejor acompañamiento a los niños y niñas en un mundo que cada día tiene más dispositivos disponibles y más redes sociales que casi no nos dan tiempo a incorporarlas por la rapidez de su aparición".

"Ellos y ellas, niños niñas y adolescentes, nativos digitales parecen ganarnos por mucho en la comprensión de estos nuevos escenarios donde se desarrollan formas novedosas de vincularse entre pares y con otras personas a las que muchas veces jamás vimos a la cara", subrayó.

De igual forma, la licenciada en Psicología y en Psicopedagogía hizo hincapié en que "es muy complejo ensayar respuestas únicas a estas preguntas tal como si fueran recetas. Cada familia responde y genera sus propias decisiones respecto a la utilización de dispositivos móviles y tecnológicos con sus niños o niñas".

"Lo que sí debemos saber es que muchas de las redes sociales que ellos y ellas habitan están programadas para ser utilizadas dependiendo de las edades por niños y niñas de entre 13 y 14 años, aún así existe la posibilidad de que aquellos que se encuentran por debajo de esa franja etaria hagan uso de estas plataformas con filtros fáciles de saltear al abrir cuentas o perfiles. En estos espacios no hay restricciones ni límites claros y nos encontramos con un universo de contenido que muchísimas veces nenes y nenas no llegan a comprender y procesar", consideró también la profesional.

En el mismo sentido, la licenciada Provenzano expresó que "por más avances que la tecnología tenga, hay algunas cuestiones irremplazables y tienen que ver con la disponibilidad que los adultos ofrecemos. No se trata de presencias restrictivas y punitivas sino de estar atentos realmente a la forma de acompañarlos".

De acuerdo con lo manifestado es fundamental "saber qué les interesa a los más chicos de las redes; qué contenidos prefieren; cuáles son las plataformas que más utilizan; qué necesitan mostrar y qué cosas quedan veladas detrás de lo que comparten (compartimos) en las redes sociales". Según la profesional azuleña esta es "una forma de acercarnos a entender algo que muchas veces nos resulta lejano".

"Una imagen por y para otros"

Por otro lado Sofía Provenzano señaló que "las personas adultas solemos mirar con mayor preocupación aquellos 'síntomas' que aparecen en las infancias desconociendo que muchas veces lo mismo que miramos en ellos y ellas nos está sucediendo en nuestros vínculos con otras personas adultas y en la relación que tenemos con la tecnología".

"En nuestros perfiles construimos una imagen por y para otros, quienes 'likean', comentan y aumentan nuestros autoconceptos. Dejamos ver sólo algunas partes de lo cotidiano, incluso sabiendo que una foto sólo es una parte del todo", acotó la licenciada en Psicología y en Psicopedagogía, para inmediatamente después añadir que "estamos expuestos y normalizando ver comentarios agresivos sobre la imagen corporal de otras personas o debates políticos que se fundan en términos de violencia desmedida". Entonces: "¿Podemos pedirles reflexión a los niños, niñas y adolescentes si aún debemos revisar nuestro propio vínculo con el mundo digital?", se preguntó.

"Si bien la familia es un espacio de preferencia para poder desarrollar espacios de diálogo que permitan que los niños, niñas y adolescentes se expresen y conversen sobre lo que sienten y les pasan, las instituciones que se ocupan de abrigar esta etapa del desarrollo deben tener en agenda estas cuestiones fundamentales", expresó la licenciada en Psicología y en Pedagogía Sofía Provenzano. NACHO CORREA

"Espacios de diálogo"

En otro tramo de la charla la profesional dejó en claro que "deviene casi imposible quedar totalmente por fuera de las redes sociales. Incluso, quienes no poseen perfiles abiertos en ninguna de las plataformas, saben de qué se trata. Vivimos en la era en la que estas plataformas son parte de nuestra vida y nos interpelan a encontrar nuevas y otras maneras de acercarnos a los demás a través de la web. Es así que la comunicación, que parece sobrar por todos lados, en realidad debe profundizarse para acercarnos cada vez más a quienes debemos cuidar".

"Los niños, niñas y adolescentes suelen encontrar contenido en las redes que o no comprenden o no logran procesar de acuerdo a las etapas de su desarrollo. Para poder tramitar todos estos aspectos que los exceden desde lo psíquico necesitan 'compartir' o 'mostrar' aquello que ven o escuchan con sus pares. De esta forma, circula contenido de todo tipo entre grupos de WhatsApp o demás plataformas", refirió además.

A su vez, la licenciada Provenzano subrayó que "si bien la familia es un espacio de preferencia para poder desarrollar espacios de diálogo que permitan que los niños, niñas y adolescentes se expresen y conversen sobre lo que sienten y les pasan, las instituciones que se ocupan de abrigar esta etapa del desarrollo deben tener en agenda estas cuestiones fundamentales". "Las escuelas, a través de la implementación de la Ley de Educación Sexual Integral, resultan espacios privilegiados para que circule la palabra y en el encuentro con pares los niños y niñas puedan sostener momentos reflexivos sobre lo que sucede en las redes sociales", agregó.

"Miradas de cuidado"

Como conclusión, la profesional mencionó -dirigiéndose a las personas adultas que acompañan el desarrollo de algún niño o niña- que "es muy importante saber qué redes utilizan. Las mismas puedan ser usadas en espacios compartidos, donde las familias puedan escuchar lo que está sucediendo en la pantalla. No duden en hablar claramente acerca de la peligrosidad de seguir ciertos 'retos' que pueden dañar la salud psíquica y física".

"Hay que tratar de reflexionar junto a ellos y ellas sobre lo que sucede cuando compartimos datos personales o información de la esfera privada personal o familiar. Y sobre todas las cosas hay que mostrarse abiertos a escuchar y a responder preguntas cuando se requiera, estando muy atento al estado emocional del niño. Y sobre todo, es fundamental animarse a conversar y compartir con otros adultos las dudas y preguntas sobre estos temas", advirtió.

Por último, la licenciada Provenzano les recordó a los niños, niñas o adolescentes: "Muchas veces lo que vemos en las redes es sólo una parte de la realidad. La mayoría de las fotos o videos que se presentan están editados, pensados, armados y no son 'tan reales' como parecieran. Consulten con una persona de confianza si hay algo que no entienden o les molesta de las redes sociales. Hay que cuidar los comentarios que se realizan hacia los demás, tratando de hacerlo de forma respetuosa".

"Es importante procurar evitar el hecho de compartir información o datos personales; no aceptar retos virales que pongan en riesgo su propia salud o la de alguien más; conversar con la familia sobre el uso de las redes sociales y avisar cada vez que algo los haga sentir mal o les incomode. Más allá de las pantallas, las miradas de cuidado son el mejor protector que tenemos al alcance", concluyó la profesional azuleña.