EDUCACIÓN Y FORMACIÓN LABORAL
El Centro de Formación Laboral 401 de Azul brinda, desde hace más de cuatro décadas, cursos de especialización de mano de obra, entre ellos el de albañilería. "Se ve en particular en Azul un aumento del 15 por ciento en la población y un 25 por ciento en la cantidad de viviendas. Esto refleja que son necesarios albañiles", se indicó, a la vez que también se aseguró que "la mayoría de los que participan del curso es gente autodidacta y que quiere adquirir conocimientos profesionales".
19 de noviembre de 2024
Desde hace más de cuatro décadas, a través de diversos cursos, el Centro de Formación Laboral N° 401 de Azul viene formando mano de obra calificada para el rubro de la construcción, entre otras disciplinas. En el marco del Día de la Construcción, precisamente, EL TIEMPO mantuvo una entrevista con Facundo Tucci, instructor del Curso de Albañil, y Diego Santillán, director del CFL 401.
En primer término, Tucci explicó que "el nuevo y el sistema tradicional se complementan, porque la construcción en seco tiene muchísimos aspectos de lo que es la construcción húmeda. Se puede hacer una estructura en perfilería en seco, por ejemplo, pero la colocación de pisos, el armado de plateas de hormigón -que es donde se asienta la casa, el cimiento-, es construcción tradicional; al igual que en las casas prefabricadas. Después, todo lo que es revestimiento interior en cuanto a baños es en húmedo, tradicional; lo mismo con los revestimientos de pisos, también los revestimientos de cocina. En ese punto es como que los dos sistemas se unen, no existe uno sin el otro".
Observó, asimismo, que "si bien están saliendo muchos materiales en PVC, aluminio, polímero, cosas que suplementan lo tradicional, sin embargo la platea de hormigón sí o sí es en húmedo. Esa parte de la construcción tradicional no se ha reemplazado con nada. Van a convivir los dos sistemas".
Por ello "hay gente que, de a poco, se va abocando a la construcción en seco, pero también hay otra que es tradicionalista y que no se inclina por la construcción en seco, más allá que tiene sus bondades, su durabilidad en el tiempo y que es la construcción en países del primer mundo. Pero, de todas maneras, hoy por hoy los dos sistemas van de la mano", explicó e instructor.
Santillán mencionó que "en el Centro, tradicionalmente siempre se brindó el curso de albañilería, luego complementado con otros oficios, porque en materia de construcción también entra la parte de electricidad, colocación de pisos cerámicos, los cursos de metalmecánica, de carpintería".
"Desde hace unos años, acompañando el surgimiento de este nuevo tipo de construcción -en seco-, se están dictando los cursos de colocación de placas de roca de yeso y de steel framing. Esos son cursos que se han incorporado desde hace unos años en el nomenclador de cursos de estamos brindando a la comunidad y se han dictado con muy buena respuesta de parte de la gente, al igual que el curso de albañil y el de mantenimiento de edificios, que es complementario", añadió el director del CFL 401.
Del mismo modo, indicó que "se nota la situación de crisis, particularmente en este año, y vemos que la gente se ha volcado a hacer cursos, tratando de solucionar su situación constructiva, haciéndolo cada uno por su cuenta". También refirió que "hay datos del censo y si uno ve la información intercensal, se ve en particular en Azul un aumento del 15 por ciento en la población y un 25 por ciento en la cantidad de viviendas. Esto refleja que son necesarios albañiles, durkleros, electricistas, plomeros, ectétera. Y, claramente, esto impacta en la demanda que tenemos para el dictado de estos cursos relacionados con la construcción. Hay mucha gente que se acerca al Centro para realizar este tipo de capacitaciones".
En cuanto a sus alumnos, Tucci explicó que "la mayoría de los que participan del curso es gente autodidacta y quiere adquirir conocimientos profesionales; en algunos casos, para refaccionar su casa, siempre por una cuestión de costos. Si bien ahora los materiales de construcción se han estacionado y, de hecho, en lo que es en seco incluso algunos han bajado; por ejemplo, en steel framing, como es acero y a precio dólar, los precios subieron en algún momento y ahora se han estabilizado; algunos materiales inclusive bajaron de precio. Otros materiales han subido, en consecuencia sube la mano de obra, y eso en algunos casos lleva a la necesidad de hacer el curso para realizar refacciones en sus casas. Así, aunque deben adquirirse los materiales, se ahorran la mano de obra. Esos son los casos de gente que quiere reparar o modificar su casa. También hay gente que se capacita en el oficio, como salida laboral, como medio de subsistencia económica. A veces la gente lo hace como última instancia el hecho de trabajar como albañil, quizás porque siempre fue un rubro bastante bastardeado, por sus costos sobre todo. Pero es un oficio con el cual se puede vivir y que siempre va a estar latente, como tantos otros oficios. Están quienes así lo ven y buscan profesionalizarse en el oficio, algo que se obtiene realizando los cursos del Centro de Formación Laboral. Esa profesionalización implica varios aspectos, no sólo la mano de obra: presencia, saber hacer un presupuesto, tener presente que es posible interactuar entre los distintos cursos. Por ejemplo, desde Marketing se aportan datos y técnicas para poder desarrollarse mejor. Eso se empezó a hacer y realmente es algo muy bueno".
Diego Santillán mencionó que "podemos decir que el curso de albañil es 'de toda la vida', porque siempre se dictó y continúa vigente. No solamente el alumno sale con el conocimiento técnico, en este caso de albañilería, de técnicas constructivas, sino que puede complementarlo con otras cuestiones, como el saber presupuestar, tiene que saber cómo vender su servicio, manejar redes sociales, y desarrollar hábitos que tienen que ver con la responsabilidad, con el cumplimiento, que es algo que también resulta necesario. Muchas veces, en los oficios, se observa cierta informalidad que lleva a que no se pase un presupuesto en tiempo y forma, no se cumpla con los tiempos de la obra y demás. Por eso, con nuestros cursos, pretendemos que la formación laboral sea integral".
Los cursos brindan la calificación certificada oficial, aspecto requerido, por ejemplo, por empresas contratistas. Tucci mencionó que "es algo que suma puntos si se quiere ingresar a una empresa". Y, por otro lado, comentó que "la principal debilidad que tiene el oficio de la albañilería es la administración. Si bien la cuestión técnica es muy importante, porque a la hora de hacer un trabajo hay que entregarlo en condiciones, con un nivel de terminaciones adecuado, también el tiempo, la forma, el cómo es una falencia que tiene la construcción históricamente. En nuestro caso, es importante cómo interactúan los distintos cursos, porque se van ayudando a la hora de profesionalizarse".
El curso de albañilería "es anual, se modula, pero va variando cuando se llega a la parte práctica. Hay una parte teórica y luego una práctica. Como nosotros interactuamos todo el tiempo con los alumnos, ellos siempre van presentando problemáticas. Así, para que el curso sirva realmente, siempre se van evacuando las dudas, resolviendo sus problemáticas. A veces vamos a hacer las prácticas profesionalizantes a la casa de algún alumno, que tiene una problemática común: techos, filtraciones, humedad. Es decir, si bien el curso tiene una modulación, se trata de hacer bien ameno", acotó Tucci.
Santillán, en esa línea, señaló que "también se hace un trabajo con la comunidad. Si bien en este año, concretamente, este curso tuvo la mayoría de sus prácticas profesionalizantes en el propio centro, con la construcción de la nueva cocina -de 75 metros cuadrados-, desde siempre se hace un gran trabajo en la comunidad, por ejemplo en instituciones, en lugares municipales. Para nosotros eso es importante, lo que, como institución, puede hacer para ayudar a la comunidad. Y para los alumnos del curso, entra en lo que son las prácticas profesionalizantes en un entorno real".
Tucci refirió que en el curso, entre otros aspectos, "se ven los cálculos de volúmenes, de superficies, cálculos matemáticos, se utilizan diferentes materiales teóricos, escritos y videos. En los oficios hay diferentes 'libritos', como suele decirse. Muchas veces se llega al mismo resultado, pero con diferentes técnicas, algunas más difíciles y otras más sencillas".
"En el curso se ve la construcción de toda una casa, no de un sector o una parte", añadió Santillán. En efecto, puntualizó el instructor Tucci, "se ve el proceso constructivo completo. Desde el replanteo, nivelación de suelos, pasando por los diferentes tipos de cimientos, muros, encadenado, vigas, estructuras de techos, revoques exterior e interior, colocación de aberturas, todo. De esa manera, los alumnos se llevan un pantallazo general de todo el proceso".
En cuanto al equipamiento para la salida laboral, Tucci mencionó que "con un balde, una cuchara y un fratacho y una manguera de nivel, un par de reglas y una plomada se arranca. Con respecto a otros oficios, para iniciarse en albañilería es más económico. También es cierto que hay nuevas tecnologías, como niveles láser, máquinas que automatizan algunas cosas que sí tienen su costo, obviamente, pero para arrancar a trabajar es muy poco lo que se requiere y luego se podrá adquirir otros equipos, nuevas tecnologías. Para arrancar en una obra más grande, quizás lo más caro sea una hormigonera -el trompo-, que es el caballito de batalla y lo que más se usa, pero tampoco tiene un costo excesivo. En albañilería, comparativamente, no se requieren tantas herramientas como, por ejemplo, en la construcción en seco. Para iniciarse allí se requieren muchas otras máquinas, porque es más rápida la construcción y eso requiere máquinas más eficientes. La albañilería sigue la vieja escuela; si bien salen pegamentos, diferentes materiales nuevos, como es un sistema tradicional, no se necesita mucha herramienta. Incluso hay cosas que se pueden alquilar si es que se necesitan, como por ejemplo andamios. Y herramientas más específicas como un martillo neumático o un motopisón, se pueden adquirir luego, no necesariamente para empezar a trabajar. Algo bueno que tiene la albañilería es eso, que con poco se puede salir a trabajar, a diferencia de otros oficios, como plomería o electricidad, donde se requieren más herramientas. En eso, la albañilería es sencilla, tanto como cuando los italianos bajaban de los barcos con el balde y la cuchara, y se ponían a trabajar. Se puede empezar con eso y luego, con el tiempo, incorporar las nuevas tecnologías, como el nivel láser por ejemplo".
Con respecto a los revestimientos, "también han cambiado -mencionó Tucci-. El microcemento, que a menudo se utiliza en pisos, es un material cementicio, industrializado, que da la terminación símil cemento alisado, como era antiguamente, que se hacía con agua, cemento y llana. Es lo mismo, pero mucho más eficiente a la hora de aplicarlo, también más sencillo. Se puede lijar, no así el cemento alisado, y después se pasan unas manos de hidrolaca que es lo que le da realmente el brillo. En el cemento alisado se pasaba cera, era más complejo. Si bien hay especializaciones para ese tipo de revestimiento, es algo muy sencillo. Un oficial albañil lo puede hacer tranquilamente, teniendo, eso sí, algunos conceptos de la técnica que son necesarios, como por ejemplo la preparación de superficies, ver las alternativas si es que hay que colocar un refuerzo de mallas, es decir, distintas cuestiones que evaluará el albañil. También está el porcelanato líquido. En la construcción en seco, en la platea de hormigón, se hace un llanado con máquina y eso queda de terminación; se agrega un quarzo, unos productos que hacen que el piso quede mucho más resistente. Así, son varias cosas que han ido surgiendo, pero que se siguen aplicando con una llana de chapa, como se hacía antes con el cemento alisado. Cambia el producto, pero la forma de trabajo es muy similar al tradicional".
Santillán expresó que "seguramente el año que viene en el CFL se dicte el curso de mantenimiento de edificios, que tiene una orientación bastante similar, más general, para reparaciones". Al respecto, Tucci acotó que "incluye una parte de albañilería, otra de plomería, de electricidad, siempre hablando de reparaciones sencillas, no muy estructurales; pero también es lo que puede pasar en una vivienda, con la humedad, con un parche, cambiar una tecla o un toma, limpiar un calefactor, reparar canillas, algo más general pero que está muy bueno, como curso, porque hay mucha demanda y poca oferta. A veces un plomero no va a arreglar una canilla porque está con una obra grande, tampoco van por una limpieza de calefactores, y ahí surge la necesidad de este curso de mantenimiento".
"Eso va de la mano con un curso que dictamos este año -indicó Santillán-, de carpintería de obra fina. Siempre se daba el curso de construcción de muebles de oficina, de cocina y demás, pero había una demanda de parte de la gente para realizar pequeños trabajos, por ejemplo cepillar una puerta y no encontraba oferta laboral. Los que estaban afectados a obras más grandes, cuando se les requería un trabajo menor, no podían hacerlo. De allí la demanda y a eso apuntamos el año que viene con este nuevo curso".
Al respecto, Tucci señaló que "también por una cuestión económica se tiende a reciclar, no a cambiar. Antes, si perdía una canilla, se cambiaba por un monocomando nuevo. Ahora no, se rectifican vástagos, asiento, cambio de cuerito, y ese tipo de reciclado se ve en muchas otras cosas, en una puerta, en un mueble, o cambiar un calefactor: antes se hacía, ahora se cambia la salida o la termocupla, es decir, se recicla. En cuanto a muebles hay una tendencia al reciclado de muebles antiguos, más que su reemplazo". El reciclado "se ve en algunas casas antiguas, que tenían sótanos, pisos de pinotea. Eso no estaba puesto así por una cuestión estética, sino porque se trataba de una cámara de aire -afuera tenían rejillas- que ventilaba y mantenía siempre los muros secos. Cuando la pinotea empezó a deteriorarse, pasados los años, y no había pinotea en el país, se empezó a sacar, se rellenó con tierra y empezaron los problemas. En casas antiguas pasa mucho eso. Y en las casas modernas también a veces surgen problemas. Por una cuestión de costos, los tiempos de construcción no se respetan. Por ejemplo, no se respeta el secado. Pegamos ladrillos y al otro día revocamos, pero la junta de ladrillos no llegó a secar, va a seguir evaporando humedad. Al taparse con revoque, quizás seque el revoque, pero todavía no la junta, porque quedó encapsulada. Con el calor, esa humedad empieza a evaporar y genera presión de vapor contra el revoque, lo revienta y ahí aparece a la vista al problema. Salvo errores conceptuales, todo es una cuestión de costos y tiempo. Antes se tardaban tres o cuatro años en hacer una casa, cuando ahora la levantan en seis meses, en el sistema tradicional. Así, no están los tiempos de fraguado del material necesarios. Estamos en una ciudad que vuela, no corre, entonces los tiempos no se esperan, y también es entendible que el propietario quiera tener cuanto antes su casa".
Tucci comentó que "en Azul hay casas muy antiguas, asentadas en barro y de frentes que no estaban revocados. Tienen más de cien años. Algunas fueron subdividas después y tienen algunas paredes de arenilla. En eso se ve el paso del tiempo y cómo se han modificado. En algunas se han realizado mejoras con construcción en seco, por ejemplo bajando altura de cielorrasos para obtener mejor calefacción. Ese tipo de casas es un ejemplo en el que se ve cómo conviven lo tradicional con los nuevos sistemas de construcción, como las placas de roca de yeso".
"Esta ciudad es bastante húmeda -añadió el instructor-, donde hay mucha amplitud térmica, y eso hace que el tema de la humedad esté mucho más presente en las casas, pero son problemas que se van solucionando hoy por hoy. Las casas antiguas tienen paredes anchas porque no se usaba el encadenado; luego se implementaron los anillos de hormigón y no fueron necesarias paredes tan anchas. Las columnas, los refuerzos, antes no existían. Tampoco cemento, sino barro, adobe. En una casa muy vieja, si se empieza a cavar al lado de la pared, se llega a un pozo de un metro y medio o dos y se empezaba a pegar ladrillos desde ahí abajo. Me ha tocado hacer excavaciones en barrios nuevos, como Villa Araya, y me encontré con eso, para empezar a hacer cimientos. Volaron todo al ras del piso, pero al excavar se encuentran los cimientos de las casas antiguas. Así, lo que se intentaba, era llegar a una superficie firme, donde empezaba ya la tosca. Quizás por eso, que demandaba tanto trabajo, se tardaba más, pero también los tiempos se respetaban mucho más".
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