14 de marzo de 2022
Las docentes de Educación Especial, Noelia Díaz y Mariana Borda, son las referentes del Taller de Lengua de Señas "Saber en mis Manos". Hablaron con Diario EL TIEMPO acerca de la importancia de la lengua de señas para comunicarnos con personas sordas, con un claro enfoque social.
Por Nicolás Murcia
En nuestro país existen cerca de 450.000 personas con algún tipo de discapacidad auditiva. De ese número se desprende que el 86,6% tiene dificultades para oír y el 13,4% corresponde a sorderas. Esto fue incluido como dato de la Secretaría de Salud de la Nación en noviembre de 2019, para un proyecto de ley presentado en la Cámara de Diputados de la Nación.
En Azul no hay datos fehacientes de qué porcentaje de habitantes cuenta con esta discapacidad. Sin embargo, existen distintas propuestas para "eliminar la barrera comunicacional", como explicaron a este matutino Noelia Díaz y Mariana Borda, docentes de Educación Especial, quienes brindan un taller de Lengua de Señas en el Espacio Cultural La Criba.
En esta sexta edición (el taller fue creado en 2016) de "Saber en mis Manos", las docentes buscan "ampliar la propuesta, volver a realizar las muestras y las obras de teatro", dice Díaz de algunos de los objetivos para el 2022.
"Las personas sordas son las nativas del idioma, son las que lo utilizan, por eso te corrigen, te pautan, y eso está bien porque nosotros somos los que no conocemos la lengua de señas. "Eso nos convierte a nosotras en un nexo", dijo Díaz, entre quienes participan del taller, que no sólo son "personas oyentes", con distintas especializaciones (como personal de salud, policía, docentes y público en general), sino también personas con hipoacusia o sordera.
"Entendemos que la discapacidad emerge cada vez que un sujeto encuentra una barrera física o simbólica para el ejercicio pleno de sus derechos", afirmó la docente, para luego agregar que "concebimos la Lengua de Señas Argentina como la primera lengua de la comunidad sorda y a partir de ella se configuran identidades, prácticas comunicativas y conocimientos. Nuestro propósito es profundizar y reflexionar sobre los procesos de inclusión social y educativa. Partimos siempre de marcos normativos nacionales e internacionales vigentes, que promueven políticas públicas relacionadas con la discapacidad desde el modelo social".
Es desde allí, entonces, donde se genera un espacio más de inclusión con una perspectiva marcadamente social, "con una mirada crítica respecto a lo cotidiano en nuestra sociedad", aclaró.
Durante la pandemia, el taller se vio diezmado en su concurrencia, no sólo por las restricciones establecidas en su momento, sino también por cuestiones prácticas: "(con el barbijo) es muy difícil leer gestos o labios porque además la lengua es eso: es expresión, es movimiento. Y si le quitamos esas características, la comunicación visual es muy difícil. Este año tenemos la esperanza de volver con todo", mencionó con entusiasmo Díaz.
Dentro de esas propuestas ya mencionadas, desde el taller las docentes ya crearon una obra de teatro llamada "Azul, Ciudad Señantina", en la que se "ponía como eje un problema de comunicación real, que le puede pasar a cualquier persona sorda o hipoacúsica que necesite hacer un trámite en el banco, subirse a un colectivo, preguntar hacia dónde quiere ir. Todas situaciones cotidianas que viven personas sordas y con ellos como protagonistas", relató.
La lengua de señas, en "constante movimiento"
Consultada acerca de la evolución de la lengua, Díaz remarcó que "todo el tiempo avanza, cambia. Es una lengua móvil. Más allá de que tiene su gramática, tiene su léxico, tiene sus características específicas que la hacen un idioma".
Además, la docente nos contó que si bien "las comunidades de sordos respetan lo establecido en, por ejemplo, el Diccionario de Lengua de Señas Argentina (1997) que es el único que hay hasta ahora y es el que en su momento el Ministerio de Educación (de la Nación) dio a todas las escuelas, también hay que tener en cuenta que cada localidad tiene señas propias. No quiere decir que no nos vayamos a entender, pero sí hay cosas únicas en otras ciudades".
Tanto Díaz como Borda dan clases en localidades de la región, como Olavarría, Tandil y Tapalqué y, dicen: "Buscamos comunicarnos con personas de cada lugar". Es por esto que, a lo ya establecido oficialmente, "le metemos toda nuestra impronta".
Todo ese saber termina como "extra" dentro del taller dictado en nuestra ciudad, a lo que Díaz agregó que "las distintas comunidades nos van actualizando, dando opciones de señas, nos muestran cómo va cambiando la estructura del idioma de un lugar a otro".
Finalmente, y como todo aprendizaje de una nueva lengua, Díaz afirma que "si no lo usás al idioma, lo perdés, porque está en constante movimiento".
EL DATO
El Taller de Lengua de Señas se dicta todos los viernes, de 17 a 19:30, en el Espacio Cultural La Criba, Bogliano 528.
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