JOSÉ MANUEL LUCÍA MEGÍAS

JOSÉ MANUEL LUCÍA MEGÍAS

"El teatro siempre ha estado presente en mi vida"

Lo expresó el padrino de nuestro Festival Cervantino, quien ha pasado a formar parte de la Academia de las Artes Escénicas de España. El catedrático se refirió a semejante logro y proyectos.

20 de febrero de 2021

El padrino de nuestro Festival Cervantino, José Manuel Lucía Megías ha sido informado, hace unos días, que forma parte de la Academia de las Artes Escénicas de España.

En este contexto, el catedrático dialogó con EL TIEMPO y se refirió a, entre otras cuestiones a su relación con el teatro.

Es importante recordar que Lucía Megías es catedrático de filología románica en la Universidad Complutense de Madrid, poeta, ensayista y dramaturgo. Como ensayista se ha especializado en la literatura románica de la Edad Media y en la vida y obra de Cervantes, siendo autor de una de sus últimas biografías. En su poesía, compuesta por más de diez títulos, está muy presente el teatro. Dos obras poéticas suyas han sido llevadas a los escenarios: Tríptico (Del amor y sus sombras, 2009, por el grupo teatral Aldaba) e Y se llamaban Mahmud y Ayaz (Seis voces en el silencio, con dramaturgia de Carlos Jiménez y producida por Arte Factor, 2014). En el año 2020 ha estrenado su primera obra de teatro: Cervantes y el juego de la oca, escrita junto con Ricard Borrás. En la actualidad trabaja en dos espectáculos teatrales: Flores en el asfalto y Yo soy Catalina de Salazar, mujer de Cervantes.

Es el impulsor de las jornadas cervantinas que se vienen realizando hace 12 años en esta ciudad donde disertantes de todo el mundo realizan sus conocimientos. En este último año, 2020 en plena pandemia, se llevaron a cabo tres conferencias diarias durante 10 días y en su versión on line tuvo una importante convocatoria.

"Es una Academia joven, frente a las otras academias"

-En su poesía hay teatro, ¿por qué?; ¿cuándo arrancó a escribir sobre teatro y todo lo relacionado que esté con el?

-El teatro siempre me ha interesado, y siempre desde la creación y la dirección. En mis años de juventud, antes de llegar a la Universidad participé en el grupo de teatro de mi instituto (llegamos a representar obras de Alberti, recuerdo), por aquellos años llegué a crear un grupo de teatro con amigos, que nos atrevimos incluso con una adaptación del "Prometeo encadenado" de Esquilo, que está en el origen de mi poemario "Prometeo condenado". ¡Incluso cuando tenía 12 años me atreví a escribir una obra de teatro contando la historia de mi abuela y sus hermanas! ¿Dónde tendré ese texto? (risas). El teatro, de una o de otra manera, siempre ha estado presente en mi vida, y, como muy bien dices, también muy presente en mi poesía. Pero ha sido ahora cuando he comenzado a volver a interesarme a escribir teatro. ¿Por qué? Pues la verdad no creo que haya una razón o un único motivo. Así es la vida. Las sorpresas de la vida. Esto es también vivir, ¿no? Sorprenderte, salir en busca de nuevas aventuras.

-¿Se imaginaba que iba a formar parte de la Academia de Artes Escénicas de España?

-La verdad es que no. Es una Academia joven, frente a las otras academias, como la de la Lengua o la de la Historia, que son centenarias. Pero también es una academia más abierta, más dinámica, que está trabajando mucho por aglutinar y fortalecer todos los oficios, todas las miradas que se vinculan con las artes escénicas, como el teatro o la danza. Además, estoy muy feliz porque, además de cómo autor, entro en la Academia como investigador. Me parece que en nuestro mundo, que parece que nos deshumaniza en la especialización, poder conjugar mis dos facetas vitales, la creación y la investigación, es un sueño, vivir una vida plena y no una vida paralela. Cada día, en todos los ámbitos de la vida, desde el más cotidiano al más profesional, nos damos cuenta que todo está relacionado, que todo tiene sentido en un conjunto, en comunidad.

-¿Cómo se siente con este reconocimiento que parece y debe ser, inalcanzable?

-Como te puedes imaginar, me siento muy feliz, muy agradecido. Primero, por la invitación a participar, porque hubieran pensado en mí para formar parte de esta gran familia; y en segundo por los tres académicos que me han avalado: Ricard Borràs, José Ramón Fernández y Daniel Migueláñez, a los que conozco desde hace años y que forman parte de mi bagaje y de mi aprendizaje, e, incluso, de mi docencia, pues Daniel ha sido alumno mío en la Universidad y también protagonista de una de mis obras poéticas que se han llevado a las tablas: "Y se llamaban Mahmud y Ayaz", que espero que algún día se pueda representar en el Teatro Español de Azul.

-También es un orgullo para nosotros, como Ciudad Cervantina y usted, nos apadrina esta distinción, ¿qué opina al respecto?

-Eso es muy hermoso. Y en efecto, creo que todo suma, que todo es una unidad de la que todos nos beneficiamos. El movimiento cervantino de Azul somos todos nosotros, todos los que queremos apostar por un mundo mejor, un mundo donde todos tengamos la oportunidad de ser lo que queremos ser. Suena un poco naif, pero en realidad es muy necesario, casi revolucionario. Este es el mundo en que me gusta vivir, donde cada uno de nosotros, en comunidad, podamos llegar a ser lo que queremos ser. No un mundo donde algunos decidan cómo los demás han de ser. Hay que rescatar la libertad del individuo en comunidad. Y en este vivir en comunidad desde la individualidad, desde los sueños cumplidos, cada uno de nosotros nos alegramos y nos beneficiamos de los triunfos del otro. Suena a utopía, pero, si no somos capaces de soñar en utopías en Azul, donde los sueños se hacen realidad, ¿dónde lo vamos a hacer? (risas). Ese es el espíritu del movimiento cervantino de Azul que no debemos perder.

"Para mí escribir es vivir"

-¿Qué es para usted escribir ?, ¿qué sensaciones despiertan?. Entiendo que la lectura es previa a la escritura, es decir para escribir bien hay que haber leído mucho, ¿esto es así? ¿por qué?

-Para mí escribir es vivir. Una forma de posicionarme en el mundo. De intentar comprender el mundo. Y para mí escribir también es comunicarme con el mundo y conmigo mismo. Me intento también comprender en mis límites y en mis fronteras, en mis renuncias y en mis triunfos. Para mí escribir no es crear un mundo paralelo al de la vida, una literatura de la evasión. Todo lo contrario. Escribo para profundizar, para comprender lo que hay más allá de las apariencias. Y, como bien dices, este es el camino de la lectura, que es un continuo aprendizaje. Y la poesía me permite además alzarme por encima de este mundo de prosa en que vivimos, una prosa repetitiva, empobrecedora, de grandes gestos y de pocas palabras, una prosa barata y sin alma. Y escribo porque lo necesito, pero también necesito recibir la respuesta de los lectores. Igual que hablo, que comento, que opino, porque necesito comprender y comprenderme en el mundo. Pero es necesario escuchar y valorar la reacción de tus palabras. Estamos instalado en un mundo de palabras salvajes y suicidas, en que la crítica se entiende siempre como una traición. ¿Por qué hay tantos mesías en el mundo?. Mesías solo hubo uno. Los demás somos mortales que nos tenemos que acostumbrar a nuestras imperfecciones. Cada día soporto menos a las personas que se toman las críticas -siempre necesarias- como un insulto. A todos ellos les digo: lean más, que hay otros mundos, que hay otras ideas, que hay mucha vida que vivir y muchos sueños que perseguir. ¡Y qué triste pasar por la vida engañándote pensando que estás en posesión de la verdad! ¡Qué desolación darse uno cuenta que ha vivido una vida falsa, de otros, desde la mirada de los que nos dicen lo que tenemos que hacer! Libertad, amigo Sancho, libertad.

-Me gustaría que convenzas a la gente de leer. ¿Por qué deberíamos leer?

-Leer es aire y es vida. Leer nos permite dialogar con otras voces que están muy lejos, incluso a miles de años de nuestra cotidianidad. Leer nos permite alzarnos por encima de nuestra propia vida para comprendernos. Leer nos permite sentir, vivir, hacer nuestras experiencias que terminan por enriquecernos en nuestro día a día. Pero hay que leer de verdad... leer no es pasar los ojos por los libros, no es deletrear las palabras y pasar las páginas de un libro o de un periódico como si fuéramos máquinas. Leer es siempre un diálogo... tenemos que leer y emocionarnos, y enfadarnos, y gritarle al periódico o la libro porque no compartimos lo que estamos leyendo. Hay que leer como se vive: con pasión. Y leer nos permite alzar los ojos, abrirlos y ser un poco más críticos. ¿Por qué he de aceptar esa verdad que me dicen que es única cuando leo que hay mil posibilidades en el mundo? ¿Por qué limitarme, empobrecerme con los pocos de cotidianidad en que estamos instalado cuando podemos volar por todo el mundo, en diferentes épocas a lomos de tantos Rocinantes, de tantas historias? Hay que leer con gusto, con placer, con pasión, con devoción, con ansia... nada de resignación ni de obligación. Los tiempos de las renuncias, de los velos y de las verdades impostadas y recibidas han quedado atrás, y más en estos tiempos de pandemias. Hay que llenar de arcoíris las plazas y las estatuas. Hay que vivir y la lectura nos abre esa puerta. ¿Otros prefieren morir día a día en sus cuevas, en sus ideas recibidas, en sus verdades antiguas y enfermas? Que lo hagan... pero lejos, en la oscuridad de su muerte en vida. Leer es vida y solo con una vida plena vale la pena seguir viviendo. Y más ahora que tenemos, en todo el mundo, la muerte tan cerca.

-¿Qué proyectos tiene a futuro?

-Ya me conoces, no puedo estar sin tener dos o tres proyectos entre manos. Acabo de terminar en estos días un libro: "Yo soy Catalina de Salazar, mujer de Miguel de Cervantes", un monólogo en que la mujer de Cervantes recuerda parte de su vida días antes de morirse. Una forma de recuperar la voz de las mujeres, que parece que solo han vivido -y las tenemos que recordar- porque vivieron al lado de un gran hombre. Ellas también tienen mucho que contar y que contarnos. Es un libro que saldrá ahora en abril, pero me ha gustado tanto la experiencia que quizás lo convierta en un monólogo para ser representado. Y el segundo proyecto lleva por título "Flores en el asfalto", y es también un proyecto entre poesía y teatro, un poema sinfónico, que ha nacido durante el confinamiento, y que estoy trabajando con mi pareja, el actor Pablo Moro, y que espero que también pueda verse a finales de este año en los escenarios. Así que, como ves, el teatro ha venido para quedarse, y sueño con que algunos de estos espectáculos también puedan ser disfrutados por tantos y tantos amigos cervantinos en Azul.

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