11 de febrero de 2024
Los viernes, cuando no hay eventos sociales, suelen ser mis días libres. Ayer, mientras la lluvia mantenía a muchos en casa y las redes sociales estaban activas, vi una publicación de un colega que recibió un comentario sobre la necesidad de consumir alimentos bajos en calorías. Su respuesta reflejaba su enfado justificado, seguido de una serie de observaciones de apoyo por parte de otras personas. Esta situación me hizo reflexionar sobre cuántos de nosotros, con el paso de los años, nos enfocamos excesivamente en la imagen corporal, especialmente considerando que cada vez más jóvenes, incluso menores de 15 años, frecuentan gimnasios, algo que siempre me ha parecido carente de sentido.
Me gustaría comenzar reflexionando sobre los estándares que determinan cómo debería ser nuestro cuerpo y dónde se encuentran estos estándares. Cada uno de nosotros tiene el cuerpo que tiene. Aunque entiendo que algunos disfrutan del deporte y desean mejorar su apariencia física (lo cual es subjetivo, ya que la imagen que refleja el espejo varía según la perspectiva de cada persona), si el bienestar emocional, la autoestima y el amor propio dependen exclusivamente de la apariencia física, estamos ante un deterioro mental.
Esta reflexión es válida para todos, ya que incluso cuando una persona adelgaza y se siente mejor consigo misma, sigue basando su "bienestar" en su apariencia física. Puedo entender la necesidad de un tratamiento para combatir la obesidad por motivos de salud, pero cuestiono dónde quedan los valores de las personas en este contexto. Si todo se reduce a la estética, ¿debemos entonces elegir a nuestras amistades, parejas y relaciones familiares en función de su apariencia física? ¿Esperamos lo mismo de los demás? ¿Es esto una realidad?
No se valora el contenido del "envase", que incluye el alma, la mente, el pensamiento, la capacidad para enfrentar adversidades, la gratitud, las experiencias, la bondad, las habilidades, la sinceridad, la honestidad, la búsqueda de crecimiento personal y la paz interior. Reconozco que estos aspectos pueden sonar a consejos de autoayuda, pero hablo desde mi experiencia personal, ya que luché durante casi 20 años contra trastornos alimentarios como la bulimia y la anorexia.
A los 16 años, buscaba la aprobación de mis padres a través de mi cuerpo, una ironía dolorosa ya que nunca la obtuve (no culpo a mis padres, creo que ni siquiera entendieron cómo afectaba mi salud mental). Después de recibir tratamiento, comprendí que mi cuerpo no define quién soy y que mi estado emocional no depende de mi peso ni de la opinión de los demás.
Los comentarios despectivos, como el que recibió el colega, pueden desestabilizar emocionalmente a personas vulnerables. Es fundamental aprender a no permitir que las opiniones ajenas afecten nuestra paz interior, pero lamentablemente, las críticas sobre los cuerpos ajenos persisten, aunque cada uno de nosotros ve en los demás una diversidad de cuerpos.
Esta falta de aceptación no es algo nuevo, y no se limita solo al cuerpo; también abarca aspectos como la cara y los filtros de las redes sociales, como muestran claramente algunos memes. ¿Por qué nos cuesta aceptarnos tal como somos y permitir que la naturaleza siga su curso mientras nos enfocamos en evolucionar como seres humanos?
La belleza no garantiza nada más que oportunidades en ciertas industrias como la moda o el entretenimiento, pero ¿debemos sacrificar nuestra salud, y la de los demás, por eso? Cada uno puede elegir en qué aspectos quiere evolucionar: espiritualmente, profesionalmente, como persona. Lo importante es cuidar nuestra salud, especialmente la mental.
Cuando logremos evolucionar, desaparecerán los comentarios que nos retroceden como sociedad.
La muestra permanecerá abierta hasta el 18 de septiembre, con entrada libre y gratuita. Desde el espacio se destacó que esta propuesta busca no solo preservar y difundir la obra de Blanca, sino también resaltar su ejemplo de vida como inspiración para las nuevas generaciones de artistas y para toda la comunidad.
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Ambos encausados siguen cumpliendo arresto domiciliario. Uno fue sentenciado a cuatro años y siete meses de prisión porque también un juez lo declaró autor de tres estafas. Y el otro hombre recibió, pero sólo por el delito de "tenencia ilegítima de estupefacientes con fines de comercialización", una pena de cuatro años y cuatro meses de prisión. La Policía los había aprehendido en febrero de 2022, cuando se trasladaban en un auto y tenían pequeñas dosis de cocaína para la venta.
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