2 de abril de 2022
Venimos hace 40 años honrando la memoria, la valentía, el dolor de los ex combatientes y caídos en la guerra por la recuperación de las Islas Malvinas. Siempre en masculino, siempre exaltando la bravura de los hombres heroicos. Pero ¿qué hay de la ternura y el cuidado? ¿Qué hay de ello entre los mismos camaradas que soportaron hambre, frío y torturas siendo adolescentes de otras latitudes? ¿Qué hay del amor que hubo con sus familias? ¿Qué hay de lo que humaniza la guerra, de lo que vuelve a trazar biografías y afectos en los números y tumbas anónimas?
Dra. Moira Goldenhörn, APDH Azul
Hoy, a 40 años de la herida más dolorosa de una Dictadura delirante, podemos permitirnos recordar que también hubo mujeres en la guerra. Mujeres que cuidaron, que vieron, que escucharon...y que callaron también. Son las mujeres que prestaron servicios como enfermeras e instrumentadoras quirúrgicas en diversos centros de atención a combatientes: a bordo del buque argentino Irízar, otras en el hospital ambulante de Comodoro Rivadavia, y otras más.
Parte de esta macabra página de la noche más oscura de nuestra historia se escribe con las torturas hacia los combatientes, y la invisibilización de su realidad como tortura social de aislamiento. Algo similar sucedió con las enfermeras e intstrumentadoras: porque a diferencia de las enfermeras inglesas, que eran profesionales y fueron condecoradas por su país, las argentinas eran estudiantes, algunas menores de edad, que recién estaban comenzando su carrera.
Ellas, al igual que los soldados adolescentes, fueron silenciadas por la dictadura y olvidadas por la democracia. Por el pueblo en democracia. Sumidas en el olvido y la soledad, todas sufrieron de estrés postraumático y de los mismos padecimientos psíquicos que tuvieron los veteranos, pero sin ayuda ni conocimiento de nadie, sin nombre, sin colectivo, sin honores ni 2 de Abril. Según la investigación realizada por Alicia Panero, "Mujeres invisibles" ellas cuentan que "aún tienen en sus oídos los gritos de los soldados pidiendo por sus mamás".
Su invisibilidad duró hasta el año pasado, cuando lograron el reconocimiento a través de un fallo judicial, luego de un proceso iniciado por discriminación contra el Estado Nacional; y ello pese a que, durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner presentó un proyecto de ley para que fueran reconocidas como veteranas de guerra y reciban la correspondiente pensión al igual que los médicos de guerra, quienes fueron todos incluidos. Otro gesto de reparación tuvo lugar en el año 2009, cuando se inaugura el Salón de la Mujer en la Casa de Gobierno, en el cual se incluye un cuadro de las mujeres de Malvinas y la imagen de otras mujeres silenciosas y anónimas, madres, abuelas, esposas, novias, hijas, hermanas, que están de espaldas, ingresando al Cementerio de Darwin, donde enterraron los cuerpos de los veteranos. Sin embargo, de los malos tratos físicos, psicológicos y abusos sexuales padecidos durante el conflicto y "el proceso de des-malvinización" al que fueron sometidas, poco se dice y nada se investiga.
Como una suerte de reivindicación de género, va el poema que les escribió la Prof. Emma Le BOzec, sobreviviente, como ellas, de la última dictadura cívico-militar, incluido en su libro "El dulce encanto de las bravas". No las hemos de olvidar, memoria, verdad, palabra y justicia para ustedes, bravas mujeres cuidadoras de héroes, heroínas del combate.
Instrumentadoras de caricias
no pudieron hablar de la soberanía usurpada con olor a estiércol y a sangre
no pudieron hablar de los estruendos
los bombardeos
los gritos del horror
nadie puede arrepentirse de haber acariciado los rostros gélidos de los pibes de la guerra
simplemente no pudieron hablar
veteranas
los genocidas las silenciaron
no pudieron hablar de cobardías ni de ajenas vergüenzas
no pudieron sentir orgullo de la medalla
(por haber pisado descalzas los charcos de sangre y de gusanos)
no pudieron sonreír al recuerdo sin presentir el vómito de esa cofradía de patíbulo
del asco provocado por los torturadores de soldados
de mazmorras y estaqueos bajo el hielo y el hambre
de desarmados corazones
de la derrota de una guerra dentro de un vaso de whisky
no pudieron hablar
sólo sentir mecerse con las corrientes marinas al cerrar los párpados
instrumentadoras de caricias
no pudieron hablar ni en democracia por el conjuro del silenciado ruido de los muertos
desde el amanecer de acero en el pantano austral hasta hoy
mudas
no hubo oídos para oír ni para dar paso a la pena
la historia no las nombra
pero cuando el silencio golpea a una mujer
el enunciado ausente
puede mutar en grito o en poesía
una de las caras del amor es la muerte
PS: Para abundar sobre la temática, recomiendo el documental "Nosotras también estuvimos" : disponible en:
https://vimeo.com/461233272?fbclid=IwAR2nZ1DTz36PuhAqKuXC-zb7O6elB95PeS1chzTSPoZiIm2m8ylDGqp36rk
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La reducción, la segunda en menos de un año, es del 4%. La siguió Axion y se espera que en breve haga lo mismo Shell.
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En Azul funciona un hogar de Cáritas Catedral que brinda alojamiento a mujeres de otras ciudades cuyos familiares están hospitalizados. Actualmente necesita reformas edilicias y apoyo para continuar. El lunes 28 se celebró una misa en el hogar -Maipú 331- para pedir por recursos, voluntarios y sostén para la obra.
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