6 de diciembre de 2020

HISTORIAS Y PERSONAJES DEL AZUL

HISTORIAS Y PERSONAJES DEL AZUL . Rosas, Burgos, los Belgrano y el Azul

En diciembre de 1832 el coronel Pedro Burgos, siguiendo las órdenes de su compadre Juan Manuel de Rosas, fundó el Fuerte a orillas del Arroyo Azul que daría origen a nuestra ciudad. Y en poco tiempo, el hijo y otros descendientes del general Manuel Belgrano imprimirían su propio carácter al pueblo.

El santafesino Pedro Burgos, de figura mediana, corpulenta, morocho, con el rostro picado de viruela y de barba espesa, era un hombre de campo, sencillo, rudo, un típico paisano conocedor experto de la campaña de entonces y sus costumbres, con las virtudes y los defectos elementales de los hombres de su tipo. No sabía leer ni escribir; tampoco sabía firmar. Se estableció en Chascomús, provincia de Buenos Aires, como hacendado enfiteuta -y después propietario- de una estancia. Formó una chacra en las inmediaciones del Salado, para cuyo trabajo obtuvo bajo fianza y como peones dos soldados españoles prisioneros. Poco después, como pago, recibió del gobierno, en propiedad, una extensión en el paraje Camarones Grandes donde formó el establecimiento "Los Milagros", cuyo casco estaba junto a la laguna homónima.

El 9 de abril de 1827, a través del régimen establecido por la Ley de Enfiteusis, el gobierno le otorgó a Pedro Burgos una extensión de campo que rondaba las 30.000 hectáreas en el partido de Tandil. En las vecindades, poblaban grandes campos los Anchorena, los Terrero y los Rosas, primos y socios en la actividad pecuaria. Juan Manuel de Rosas, mayordomo de los Anchorena primero y luego estanciero de participación en los problemas de la campaña, se destacaba asumiendo un liderazgo tan autoritario y efectivo en su comarca, que los vecinos estaban con él o en su contra. Por esas cuestiones a veces inexplicables de la admiración desmedida -o la obsecuente conveniencia-, Pedro Burgos se subordinó plenamente a la figura dominante de Rosas. Inclusive llegaron a ser compadres, lazo considerado muy importante en la época.

El Fuerte San Serapio Mártir del Arroyo Azul

El 5 de abril de 1832, el gobierno de la provincia de Buenos Aires y el agrimensor Francisco Mesura celebraron un contrato por el cual éste último debía ejecutar en el Arroyo Azul trabajos de mediciones consistentes en: "1°) Traza del Nuevo Pueblo del Arroyo Azul..."; "2°) Mensura y distribución de las suertes de estancia...".

El 9 de junio de 1832, el gobernador bonaerense Juan Manuel de Rosas puso en vigencia el decreto de su antecesor Viamonte por el que se concedían tierras "en propiedad", suspendiendo, en consecuencia, la aplicación de la Ley de Enfiteusis. Sesenta leguas cuadradas en torno al Fuerte Federación (primera denominación pensada y dada para el Fuerte del Azul) y cien leguas cuadradas en torno de las nuevas guardias Argentina, Blanca y Mayo serían concedidas a través de suertes de estancia. A los tradicionales argumentos de colonizar militarmente la frontera se sumaba ahora otro de valor político: premiar a los partidarios de Rosas.

Así se estableció la necesidad de constituir una población regular en el Arroyo Azul para la puesta en producción agropecuaria y la defensa del nuevo territorio oficial frente a las comunidades nativas, con las cuales inició una política conciliatoria de "negocios pacíficos con los indios". Estas comunidades fueron numéricamente importantes, tanto en capacidad militar como en estructuras familiares, y su alianza con el gobierno contribuyó a generar una coyuntura relativamente estable en la frontera durante el periodo rosista.

El Gobernador otorgó cuatro leguas de tierra para la construcción del ejido del pueblo, que no se permitirían que fuesen disputadas por los pobladores. Se propuso la anulación de los derechos de los enfiteutas, cuyas tierras estuvieron comprendidas en el área del ejido, a cambio de su compensación con una o dos "suertes de estancias" en propiedad. Los donatarios de las suertes, además de ser mayoría en la estructura agraria local, fueron autoridades, parientes directos de Rosas y productores pequeños y medianos provenientes de distintas regiones de la campaña.

En Azul el pueblo se estableció sobre el área ocupada por las tribus de Venancio.

En diciembre de 1832, el coronel de milicias Pedro Burgos fue el primer encargado de distribuir las "suertes de estancias". Salió de su estancia Laguna de los Milagros, desde donde escribió -a través de un colaborador suyo-, una primera carta a Rosas detallando los preparativos y haciendo consultas, e inició el viaje hacia el Arroyo Azul.

El agrimensor Francisco Mesura fue el encargado de proyectar la formación del pueblo y enclavar el primer jalón en lo que actualmente es la Plaza San Martín. Dibujó los planos y redactó una memoria explicativa de éstos, que son la descripción del comienzo del poblado. Asimismo, dividió los terrenos adyacentes en chacras y suertes de estancias para ser repartidos entre los primeros pobladores.

El fuerte estaba situado en el lugar que hoy ocupa la Municipalidad, rodeado por un foso. Tenía paredes de adobe, cuatro cañones y un mangrullo. Enfrente estaba la Plaza Mayor (actual San Martín), la capilla (en el mismo lugar donde hoy se halla la Catedral) y al lado de ella la escuela y el antiguo Juzgado de Paz. Los ranchos eran de adobe con techo de paja y pisos de tierra. Como signo de preocupación ante los malones, la planta originaria en forma de damero, con múltiples solares, se enmarcó en profundos y anchos fosos que tenían como respaldo occidental el arroyo y abarcaban las que hoy son avenidas: Presidente Juan. D. Perón, Bartolomé Mitre y 25 de Mayo.

Refiriéndose a las chacras del ejido, Mesura expresó en un carta: "...necesarias para que con sus frutos presten los auxilios de primera necesidad al nuevo pueblo las cuales son, el trigo, el maíz, los zapallos, frutos y demás... necesarios para la vida, porque un pueblo sin la agricultura no puede criarse con la prontitud que se desea, y que a la verdad, a donde hay de todo, todos, deseamos ir..."

En pocos años, el pequeño poblado se convirtió en el afamado "Fuerte San Serapio Mártir del Arroyo Azul".

Desde el acto de la fundación del pueblo, Pedro Burgos ejerció las funciones de Juez de Paz y Comandante militar del punto y de la frontera del Arroyo Azul, hasta el año 1836. Tuvo a su cargo, en esos tiempos, a pesar de su condición de analfabeto, todas las actividades civiles y militares indispensables para la organización y administración del nuevo y modesto núcleo urbano.

El primogénito del general Manuel Belgrano

María Josefa Ezcurra era una jovencita de apenas 16 años, gozosa de una buena posición económica y social, cuando conoció a Manuel Belgrano. Se enamoraron profundamente y mantuvieron una intensa relación entre 1802 y 1803. Sin embargo, su padre la casó con su primo, Juan Esteban de Ezcurra. Después de nueve años de matrimonio, sin hijos, y disconforme con la Revolución de Mayo, Juan Esteban se exilió y ella se negó a acompañarlo.

Guiada por sus impulsos amorosos, cuando Belgrano fue nombrado General en Jefe del Ejército Auxiliar del Perú, María Josefa partió a buscarlo. Lo encontró en San Salvador de Jujuy y lo acompañó en el Éxodo Jujeño y hasta en la batalla de Tucumán. Sin embargo, la historia de los amantes dio un drástico giro. Ella tuvo que cambiar su rumbo y abandonar a Belgrano, pues quedó embarazada.

El niño nació en una estancia de Santa Fe el 29 de julio de 1813. Para evitar la deshonra de María Josefa, su hermana Encarnación Ezcurra y su cuñado, Juan Manuel de Rosas, inscribieron al bebé en el Libro de Bautismos como huérfano bajo el nombre de Pedro Pablo Rosas. Recién al cumplir los 20 años de edad, Pedro fue informado por Rosas sobre su verdadero origen. Desde entonces incorporó su apellido biológico, pasando a llamarse Pedro Pablo Rosas y Belgrano.

Durante el año 1837 Pedro Pablo Rosas y Belgrano se trasladó a Azul y ejerció como Juez de Paz y Comandante del Fuerte San Serapio Mártir, con el grado de Mayor. A fines de ese año pidió ser relevado y se dedicó a administrar sus estancias.

Durante la década del '40 nuevamente fue nombrado Comandante de Azul y oficialmente encargado de las relaciones con los indígenas en todo el Sur de la provincia.

En 1841 comenzó una relación sentimental con una joven de Azul llamada Juana Rodríguez, con quien se casó en 1851 en la Iglesia Nuestra Señora del Rosario. Aquí en Azul nacería buena parte de los dieciséis hijos que tuvo la pareja...

Después de la caída de su padre adoptivo, siguió siendo el Juez de Paz de Azul, por orden directa del general Justo José de Urquiza.

A fines de noviembre de 1852 estaba en Buenos Aires cuando estalló la rebelión del general Hilario Lagos, que pronto dominó gran parte del interior de la provincia y puso sitio a la ciudad de Buenos Aires. La batalla del Rincón de San Gregorio fue una verdadera catástrofe para las tropas que defendían la causa porteña, pues murieron unos mil hombres y casi todos los oficiales fueron tomados prisioneros. Rosas y Belgrano fue trasladado como prisionero al Cabildo de Luján, y quiso el destino que fuera alojado en la misma celda donde permaneció su padre a fines de 1813, cuando fue procesado por las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma. Un Consejo de guerra presidido por el coronel Isidro Quesada condenó a Rosas y Belgrano a muerte. Pero Lagos no quiso cumplir la orden y lo puso en libertad, considerando la carta que Manuela Mónica Belgrano le entregara pidiéndole por la vida de su hermano "teniendo en cuenta su sangre".

Hacia 1859, tras otra derrota militar, nuevamente fue condenado a muerte, pero su vida fue respetada por órdenes del general Bartolomé Mitre. Solo una condición impuesta fue casi peor: no podría acercarse al Azul. Y moriría sin regresar...

El respetable vecino

Siendo muy joven, en 1836, Manuel Vega Belgrano se radicó en los incipientes pagos del Azul, donde abrió una pulpería para lo que obtuvo licencia, según consta, el 29 de julio de aquél año. Y luego un almacén de ramos generales, al que seis años después logró adquirir, teniendo patente en 1848.

Casi inmediatamente a su actividad comercial, comenzó a desarrollarse como productor agropecuario tanto en Azul como en lo que años más tarde sería el Partido de Olavarría, en la zona cercana entre Nieves e Hinojo.

Las suertes de estancia Nº 59 ("Las Catalinas"), 67, 213 y 274 alguna vez pertenecieron a Manuel Vega Belgrano. También él fue uno de los primeros interesados en la suerte de estancia Nº 70, más conocida posteriormente como "La Chumbeada", solicitando a las autoridades pertinentes "para ubicarse", tal como se expresaba por entonces la intención de poblar extensiones pertenecientes al Estado, aunque finalmente se mandó a escriturar en 1879 a favor de Andrés Fernández por transferencia de los herederos de Tiburcio Martínez.

Con su sencillo accionar y su don de gente, sumando su íntima amistad con Pedro Pablo Rosas y Belgrano -que en un futuro se convertiría en su cuñado-, logró cultivar estrechas relaciones entre los azuleños, quienes lo vieron contribuir con las más variadas propuestas que se ejecutaban en el pueblo. De hecho, vale como ejemplo de su vocación de servicio el hecho de que después de Caseros cedió gratuitamente su casa en Azul para Juzgado de Paz. Y, además, solicitó al gobierno provincial que los $300 que le correspondían por el alquiler fueran afectados a la construcción de una escuela.

Fue Juez de Paz de Azul durante algunos años e impulsó con fervor la construcción de la que fuera al tercera iglesia del pueblo (emplazada donde actualmente se alza la Catedral), para la que donó, entre varias sumas de dinero, la Pila Bautismal y las Fuentes de Agua Bendita que actualmente se lucen en la Iglesia Catedral Nuestra Señora del Rosario.

Debido a su actividad comercial, Manuel viajaba con frecuencia entre Buenos Aires y Azul. Según sostienen, en aquella primera ciudad, habría sido el propio Pedro Pablo Rosas y Belgrano quien le presentó a su hermana paterna Manuela Mónica, con la que contrajo matrimonio el 30 de mayo de 1853 y tuvo seis hijos.

Cuando enviudó, en 1866, dispuso que sus dos hijos, Manuel y Carlos, se sumaran al Seminario Inglés. Mientras que su hija "Florita" quedó al cuidado de sus primas Flora y Josefa. Él continuó viajando entre Azul y Buenos Aires...

Ante la inminente invasión que realizaría el cacique Calfucurá, tres vecinos en particular del Azul colaboraron con el general Ignacio Rivas. Inmediatamente el General procuró reforzar sus tropas recibiendo la ayuda de Manuel Vega Belgrano, Vicente Pereda y el doctor Alejandro Brid, quienes aportaron importantes sumas de dinero para dotar a las tropas de caballos y otros insumos.

Finalmente, gracias a la importante colaboración que recibiera, el general Rivas resultó vencedor de las tropas de Calfucurá, en la que se conocería como Batalla de San Carlos de Bolívar, desencadenada en 8 de marzo de 1872.

Hasta poco tiempo antes de su muerte, Manuel Vega Belgrano continuó frecuentando el Azul junto a sus hijos, que eran en definitiva los nietos del creador de la Bandera.

EL DATO:

La presente nota está basada en el capítulo "Manuel Vega Belgrano", del libro "Los Belgrano y el Azul", que el autor presentará el próximo 16 de diciembre.


Si llegaste hasta acá es porque buscás historias locales, ayudanos a seguir contándotelas. SUMATE A EN|COMUNIDAD.


COMPARTE TU OPINION | DEJANOS UN COMENTARIO

Los comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de sanciones legales.

PAIS

PAIS. Caputo se sumó al discurso duro del gobierno contra el periodismo: "tiende a desaparecer"

El ministro de Economía reveló su postura sobre los periodistas en Argentina a través de un mensaje publicado en su perfil de la red social X.

3 de mayo de 2025

PROVINCIALES PROVINCIALES

PROVINCIALES. Bianco cuestionó a La Cámpora por no respaldar a Kicillof: "El oficialismo no es oficialista"

El ministro de Gobierno bonaerense criticó el rol de la parte del bloque de Unión por la Patria en Diputados de la provincia de Buenos Aires que se diferencia del gobernador.

3 de mayo de 2025

//