29 de marzo de 2020

SOCIEDAD

SOCIEDAD. Crónica del día después...

El pasado 15 de marzo, el Seminario Diocesano de Azul cumplió 75 años desde su inauguración. Muchos recortes de su historia refuerzan la importancia de nuestra comunidad...

HISTORIAS Y PERSONAJES DEL AZUL

Por Eduardo Agüero Mielhuerry

Al día siguiente de la inauguración del Seminario Diocesano de Azul, el 16 de marzo de 1945, "El Tiempo" describía los actos inaugurales:

"Un público numeroso dio realce a la brillante ceremonia inaugural del Seminario. Fue bendecido por el Cardenal Copello. El emotivo homenaje a Monseñor Cáneva. Su Santidad el Papa hizo llegar su bendición al nuevo Seminario.- En la mañana de ayer, a las 8 horas, como estaba anunciado y ante una concurrencia que llenaba totalmente el templo, el Cardenal Copello ofició una solemne misa en la Catedral, recibiendo numerosos fieles de manos del ilustre prelado la hostia sagrada.

Terminada la misa el Cardenal Copello acompañado de una calificada comitiva se dirigió al Palacio Episcopal.

EN EL SEMINARIO MENOR

Desde poco después de mediodía comenzó una ininterrumpida caravana de ómnibus y automóviles conduciendo público al Seminario Menor que iba a inaugurarse a las 17 horas.

Alrededor de las 16:30 horas el Cardenal Copello, acompañado por sus secretarios, familiares y Monseñor Cáneva se dirigió al Seminario, seguido de una distinguida comitiva.

Al llegar la concurrencia formada por varios millares de personas, lo hizo objeto de una calurosa ovación y poco después aparecía en el palco de la entrada acompañado por los obispos, curas párrocos de la Diócesis, autoridades civiles y militares, los padrinos de la ceremonia y otras personas.

HABLA EL PADRE SALERNO

En primer término, y anunciado por Monseñor Rava, que fue el animador de la jornada por el micrófono instalado en el palco, habló en nombre de los sacerdotes de la Diócesis el Padre Rafael Salerno, destacando la personalidad y las virtudes del Obispo Diocesano Monseñor Cáneva y sus esfuerzos tendientes a realizar la obra del Seminario.

Dijo entre otras cosas el Padre Salerno que los curas párrocos de la Diócesis, pese a su pobreza, habían reunido diez mil pesos que ofrendaban a Monseñor Cáneva en el décimo aniversario de su consagración episcopal como homenaje y con destino al Seminario.

El hermoso discurso del Padre Salerno fue muy aplaudido y al terminar Monseñor Cáneva lo abrazó visiblemente emocionado.

EL DISCURSO DEL DOCTOR ALLENDE

Un conceptuoso discurso pronunció a continuación el presidente de la Junta Diocesana de la Acción Católica Dr. Nicanor B. Allende significando el cariño que se le profesa a Monseñor Cáneva y señalando el número de misas, comuniones, jaculatorias, etc., registradas en la Diócesis a favor del Seminario y como tributo espiritual de los católicos a su querido Obispo. Luego señaló las cifras de la colecta registradas en todas las parroquias. En Azul fue de 20.056 pesos siguiéndole Tandil y Olavarría con algo más de siete mil pesos cada una. El total de la colecta de la Diócesis llega a 49.600 pesos, suma de la que el Dr. Allende hizo entrega en el acto a Monseñor Cáneva en medio de aplausos.

HABLA MONSEÑOR CÁNEVA

Con manifiesta emoción habló enseguida Monseñor Cáneva y luego de saludar al Cardenal Copello, al obispo de Mercedes, al obispo auxiliar de La Plata, al vicario general de la diócesis de Bahía Blanca, a los sacerdotes congregados, a las autoridades civiles y militares y al público, leyó un telegrama que había recibido de su Santidad el Papa saludándolo y bendiciendo el Seminario que se iba a inaugurar.

Se refirió después Monseñor Cáneva al significado del Seminario y agradecido toda la colaboración que había encontrado para llevar a cabo esa obra.

Una cariñosa ovación puso de manifiesto los sentimientos de veneración de la numerosa concurrencia hacia el bondadoso prelado.

LA BENDICIÓN

A continuación la banda del Regimiento 2 de Artillería ejecutó el Himno Nacional, que fue coreado y aplaudido por la concurrencia y luego el Cardenal Copello, rodeado de todos los padrinos de la ceremonia bendijo solemnemente las obras del Seminario.

LA PIEDRA FUNDAMENTAL DE LA IGLESIA

Luego el Cardenal Copello y la comitiva se dirigieron al lugar donde se iba a colocar la piedra fundamental de la Iglesia que se levantará en el Seminario. El ilustre prelado bendijo la piedra fundamental y luego de firmar el acta, que leyó Monseñor Rava, se la colocó en la piedra que fue depositada en la tierra a cierta profundidad.

Poco después se retiraba el Cardenal Copello que desde el automóvil, amablemente, agradecía las ovaciones de que se le hacía objeto y distribuía estampas.

La concurrencia tuvo libre acceso al local del Seminario que recorrió durante largo rato, iniciándose después el regreso a la ciudad.

Pese a los esfuerzos de los ómnibus por acelerar el regreso del público, muchos debieron hacer a pie todo o buena parte del recorrido hasta la ciudad.

ADHESIÓN DEL COMERCIO

En adhesión al acto, la mayoría del comercio local cerró ayer sus puertas a las 16 horas.

EL REGRESO DEL CARDENAL COPELLO

El Cardenal Copello en compañía de sus secretarios familiares emprenderá esta mañana el viaje de regreso en automóvil a Buenos Aires.

Altas figuras de la Iglesia y delegaciones de católicos de la Diócesis iniciaron ayer mismo el regreso y otros lo harán en el día de hoy.".

El Cardenal Copello

Notando la relevancia del Cardenal Copello al momento de la inauguración de nuestro Seminario, es interesante repasar diversos aspectos de su trayectoria.

Santiago Luis Copello nació en San Isidro, Buenos Aires, el 7 de enero de 1880. Sus padres fueron Juan Copello y María Bianchi.

Realizó sus estudios en el Colegio San José de Buenos Aires de los Padres Bayoneses.

En 1894 inició sus estudios en el seminario de La Plata. Luego, el entonces arzobispo de Buenos Aires, monseñor Uladislao Castellano, lo envió a Roma para que estudiase en el Colegio Pío Latino Americano.

En 1899 se doctoró en Filosofía.

Fue ordenado sacerdote el 28 de octubre de 1902, oficiando su primera misa al día siguiente, en la Basílica Santa María la Mayor, en Roma.

En 1903, recibió las borlas de Doctor y Maestro de Teología en la célebre Universidad Gregoriana, regresando a nuestro país inmediatamente.

Comenzó a ejercer su labor sacerdotal en La Plata con esmero y amor. Así, muchos pueblos alejados de los centros urbanos lo vieron llegar muchas veces en sulky o a caballo, como portador de mensajes de caridad y esperanza.

El obispo de la capital bonaerense, monseñor Juan Nepomuceno Terrero, lo nombró teniente cura de San Ponciano; en 1904 le confió la notaría mayor eclesiástica y un año después el padre Copello se hizo cargo de la secretaría general de la diócesis.

Entretanto, dirigió "La Lectura del Domingo" y el "Boletín Eclesiástico", publicaciones oficiales del obispado, sin desatender otras funciones inherentes a su misión sacerdotal como las capellanías en el hospital San Juan de Dios y en el Buen Pastor.

El 8 de noviembre de 1918, el papa Benedicto XV lo designó Obispo de Aulón y auxiliar de La Plata, siendo consagrado el 30 de marzo de 1919 en la entonces parroquia de San Isidro, hoy Catedral de esa Diócesis, de manos del obispo Terrero, concelebrando los obispos Francisco Alberti y José Orzali como co-consagrantes.

En el año 1927 se lo designó vicario general del Ejército durante la presidencia de Marcelo Torcuato de Alvear.

El 15 de mayo de 1928 fue designado Obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Buenos Aires. Por entonces hizo construir el pabellón-enfermería del Seminario Metropolitano.

Aquel mismo año ordenó la iniciación de las obras de la Iglesia Castrense de Nuestra Señora de Luján, en la Avenida Cabildo, que fue inaugurada el 11 de octubre de 1930. También mandó a construir la casa para capellanes militares con un salón-biblioteca anexo, dos pabellones en el Hogar Sacerdotal y las Iglesias Regina Apostolorum y Santa Clara. Preparó, por otra parte, el reglamento para el clero castrense. Presidió la comisión del designado Hogar, la Liga del Culto y la Dirección Central Catequística de la Arquidiócesis. En 1931 dispuso que se levantara la iglesia Parroquial de San Isidro.

Un año más tarde, producida la renuncia de monseñor Bottaro, se lo designó vicario particular para ejercer en forma interina el gobierno arquidiocesano. Meses más tarde integraba en primer lugar -con monseñor Francisco Alberti, obispo de La Plata, y monseñor Andino Rodríguez y Olmos, obispo de Santiago del Estero- la terna elevada por el Senado al Poder Ejecutivo para el nombramiento del nuevo arzobispado. El gobierno presentó a monseñor Santiago Luis Copello, quien se convirtió así en el sexto obispo metropolitano. El papa Pío XI le concedió la investidura canónica el 26 de noviembre de 1932. El 18 de diciembre del mismo año asumió su cargo en una ceremonia que se realizó en la Catedral Metropolitana con la asistencia del presidente de la República, general Agustín P. Justo.

Su arzobispado fue dinámico por la cantidad de obras que realizó. Organizó admirablemente la administración eclesiástica; creó numerosos templos, parroquias y obras de asistencia. Se preocupó por el estímulo de las vocaciones sacerdotales. Otra obra digna de destacarse fue la fundación del Instituto de Cultura Religiosa Superior, el 3 de mayo de 1933.

En la Capital Federal se realizó el Primer Congreso Eucarístico Internacional, el 10 de febrero de 1934. Como legado papal llegó al puerto de Buenos Aires -en el buque "Conte Grande"- el cardenal Eugenio Pacelli, quien ocuparía más tarde el trono pontificio con el nombre de Pío XII. Monseñor Copello rezó la Misa de Apertura de este Congreso.

El papa Pío XI, después de reconocer la excepcional labor de su arzobispo, el 16 de noviembre de 1935 lo ungió Cardenal, siendo el primer purpurado de nuestro país y de Hispanoamérica.

Copello dio un gran impulso al seminario conciliar del Río de la Plata y fueron tantos los templos que edificó en Buenos Aires que se llegó a decir que la "llenó de sagrarios y campanarios", los cuales implicaban además obras de caridad y bienestar para el prójimo.

En 1939 fue uno de los electores en el Cónclave que eligió al papa Pío XII.

En su deseo de rescatar nuestra historia, monseñor Copello publicó un libro bajo el título "Gestiones del arzobispo Aneiros en favor de los indios hasta la Conquista del Desierto", integrado por una rica y variada documentación, que hasta incluye cartas de caciques.

En noviembre de 1945, prohibió a los católicos argentinos apoyar partidos políticos o candidatos que promovieran la separación de la Iglesia católica del Estado Argentino, la eliminación de la enseñanza religiosa católica en las escuelas públicas, o la legalización del divorcio en las elecciones que se realizarían en febrero de 1946, con lo cual quedaba excluida la coalición política Unión Democrática que era la principal opositora a la candidatura de Juan Domingo Perón. En los años posteriores Copello mantuvo su apoyo al gobierno del presidente Perón hasta que el conflicto entre el gobierno y la Iglesia iniciado en 1954 hizo insostenible su posición.

Copello participó de la primera reunión del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) de Río de Janeiro en 1955.

Sus relaciones con el peronismo hicieron que tras el golpe de Estado del 16 de septiembre de 1955, su accionar se viera permanentemente perturbado debiendo viajar a Europa.

En 1958 participó como Cardenal elector del cónclave en el cual resultó elegido el papa Juan XXIII. Luego de veintiséis años de servicio como Arzobispo de Buenos Aires, el 25 de marzo de 1959 renunció.

Por determinación del papa Juan XXIII, monseñor Copello fue designado Canciller de la Iglesia Católica el 14 de noviembre de 1959, convirtiéndose en titular de San Lorenzo en Dámaso.

Desde 1962 a 1965, participó del Concilio Vaticano II. Ejerció como Cardenal elector en el cónclave de 1963 que eligió al papa Pablo VI.

Santiago Luis Copello falleció en Roma a los 87 años de edad, el día 9 de febrero de 1967. Sus últimas palabras fueron "Vayamos al encuentro de Jesús y María". Sus restos descansan hoy en la cripta de la Basílica del Santísimo Sacramento en Buenos Aires.

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