La industria panaderil “legal” resiste en Azul la aplicación de un nuevo incremento en el precio del pan, insumo básico en la mesa de los argentinos si los hay. Mientras tanto, los empresarios no saben qué más hacer ante el constante incremento de los gastos por la suba de impuestos y de materias primas vitales para distintas elaboraciones que luego ofrecen en sus vitrinas y mostradores.

Entretanto hacen denodados esfuerzos –junto con sus empleados- para mantener las fuentes de trabajo en un momento crítico de la economía nacional y sin demasiados elementos concretos para creer en una reactivación de las ventas en el corto plazo.

Cuesta creer que un alimento tan esencial, rico y necesario para el desarrollo nutricional de chicos y grandes, esté escaseando en la mesa familiar y corra riesgo de desaparecer como ingrediente en alguna de las cuatro comidas diarias tradicionales.

Para los empresarios panaderiles, al menos en Azul la combinación de la baja en el consumo, los “tarifazos” y la competencia desleal, son un combo explosivo para la manutención de la fuente de trabajo de numerosas familias vinculadas con este rubro de la alicaída economía local.

Panaderías que son “tradicionales” (muchas de ellas, también familiares) en la ciudad asisten, además, a un incremento al menos semanal de productos que adquieren como materia prima (dulce de leche, margarina, harina, azúcar), lo que inicialmente hace que se achique notoriamente el margen de ganancia.

En contrapartida, las obligaciones no decrecen y –por el contrario- se torna cada mes más difícil hacer frente al pago de las contribuciones patronales para cumplir con las normativas vigentes y, obviamente, estar al día con impuestos y otros gravámenes.

Inicialmente sólo el pan, en la mayoría de sus variedades e incluyendo la galleta, se venían salvando hasta el viernes de sufrir un incremento, circunstancia que sí se dio en distritos vecinos como el caso de Olavarría.

Como una forma de intentar mejorar la perfomance de las ventas, las panaderías legales dispusieron desde hace algunos años la reventa de pan para tener mayor penetración en el mercado. No obstante, ahí nuevamente chocaron contra la comercialización clandestina.

Según un relevamiento que hizo EL TIEMPO, en buena parte la población se prioriza la calidad de la elaboración de los panificados –para ello se sostiene la adquisición de materia prima de primera línea- y la esmerada atención que se hace en los distintos locales.

Sin embargo, en más de un caso prima la capacidad del bolsillo del comprador y –una vez más- el fabricante no registrado tiene cabida con su negocio irregular.

La manutención de una panadería en la ciudad conlleva esfuerzos conjuntos, hoy en día más que nunca. La patronal y los empleados se han puesto codo a codo a trabajar por la defensa de las fuentes laborales. Ante esto, la mayoría de los empresarios panaderiles que tiene trabajadores bajo relación de dependencia realiza denodados esfuerzos por mantener el plantel “intacto”, pero la situación antes descripta hace que llegar a este resultado sea cada vez más difícil. Esto último no quita que puedan comprender la necesidad que lleva a personas sin empleo a fabricar panificados en sus hogares para luego salir a venderlos.

El pago de los servicios se torna dificultoso. Hay locales –siempre hablando de los “legales”- que este mes están afrontando el pago de 45.000 pesos entre luz y gas.

Si a esto le sumamos la disminución de las ventas, en el caso de Azul a partir de situaciones de despidos y/o cierre de emprendimientos como es el caso de Fanazul, está lo suficientemente claro que los empresarios panaderos deben redoblar sus esfuerzos para mantener el barco “a flote” con el mismo plantel de personal.

Aún en ese contexto de crisis profunda, a varios de los emprendedores locales les queda tiempo y ganas de colaborar con instituciones intermedias que están haciendo sus aportes en lo que tiene que ver con la alimentación de infinidad de personas, básicamente niños y adultos mayores, en diferentes barrios de la ciudad.

Olavarría se adelantó 

Desde hace tres días, en Olavarría está vigente un aumento en el precio del pan. La suba fue establecida el pasado viernes por la noche, en una reunión del Centro Industrial Panadero de la vecina ciudad. El presidente de la entidad confirmó el porcentaje de aumento pero no descartó la posibilidad de nuevas subas. En los próximos días, el incremento se reflejará en los mostradores.

En el encuentro se determinó fijar un aumento en el precio del pan que ronda el 7% debido a los incrementos que ha sufrido el sector para llevar adelante la elaboración y comercialización del producto.

Daniel Ottino, presidente del Centro Industrial Panadero Olavarría (CIPO), señaló que “aumentamos aproximadamente un 7%” lo que supone un precio de referencia que oscila entre 70 y 75 pesos el kilo de pan. “Por ahora no llegamos a los 80 pesos”, indicó Ottino sin descartar la posibilidad de que realice una revisión en el precio más adelante.

El dirigente, en diálogo con el mismo medio olavarriense, había reconocido días antes de este aumento que la bolsa de harina de 50 kilos cotiza entre 800 y 850 pesos, “y hablan de que va a aumentar más también”.

¿HABRÁ “PAN SOCIAL”?

Un empresario panaderil local dijo que está bajo análisis del Gobierno de la provincia de Buenos Aires, la posibilidad de acordar con las cámaras del sector la elaboración de un “pan social”.

La iniciativa se había implementado el año pasado en Mar del Plata, donde se comercializó el kilo de pan a $39.50, con un volumen limitado por panadería y más de 60 locales adheridos.