A 300 kilómetros de la City porteña, lejos de un lunes negro por la corrida del dólar poselectoral y un gobierno de tinte amarillo que se derrumba, las PASO empiezan a dejar diferentes lecturas a escala local. 

En ese contexto, surgen impresiones que están directamente emparentadas con la realidad más próxima. La que tiene que ver, específicamente, con esta ciudad llamada Azul.

En ese escenario, seguramente Hernán Bertellys ha de haberse regocijado cuando hoy se despertó y se vio en la tapa del diario. Es un Bertellys ganador, con los brazos en alto y palpitando lo que vendrá dentro de dos meses, cuando realmente se ponga en juego su continuidad como Intendente del Partido de Azul.

En esa gran encuesta a urna abierta en que se convierten las primarias, el electorado local avaló su gestión. De los siete precandidatos que aparecían en las listas, él fue quien más votos obtuvo.

A esta altura, con el cuero curtido y la campera inflada de tanto surfear olas electorales bajo el ala de diferentes partidos, frentes y agrupaciones que son tan disímiles como opuestas entre sí, tiene para mostrarle a los mayores referentes de Cambiemos -el espacio al que actualmente pertenece- que él se mantiene en Azul de pie; mientras que ellos perdieron estrepitosamente en la Provincia y la Nación. 

En los días por venir, tendrá también para decirle a Vidal y a Macri, a quienes la sociedad les dio este domingo un verdadero golpe de nocaut en las urnas, que a él los azuleños lo respaldaron.

En líneas generales, con el retorno de la democracia en 1.983 y hasta la actualidad, el electorado local ha solido comportarse de una manera distinta a lo que sucede mayoritariamente. 

A modo de ejemplo, existen varios casos donde los gobiernos comunales no terminan siendo del mismo color que los de la Provincia o de la Nación. Y Bertellys, si se toman en cuenta los resultados de este domingo, parece transitar dentro de Cambiemos hacia ese mismo destino de cara a octubre próximo.

De hacerse realidad esa tendencia, un futuro escenario lo colocaría a Hernán siendo intendente de una ciudad que tendrá en la Provincia y la Nación un tono distinto al que eligió cuando, después de haber sido electo en 2.015 por el Frente para la Victoria, el giro más grande lo dio él mismo en ocasión de una visita a Azul de la gobernadora María Eugenia Vidal, oportunidad en la que anunció que se sumaba a esa ola amarilla que ayer se volvió un fiasco. Algo que, dicho sea de paso, los peronistas más ortodoxos jamás le perdonaron, llegando incluso a expulsarlo de la presidencia del Partido Justicialista.

El camaleón pragmático

Camaleónico y pragmático como su realidad política indica que lo ha sido, a Hernán Bertellys seguramente poco y nada le preocupe lo que dirán en cuanto a sus variopintas ideologías. 

Tal vez, ya esté pensando en cómo mantener esa relación hasta ahora idílica con el electorado para que dentro de dos meses pueda cumplir con su objetivo de ser reelecto y continuar así cuatro años más en el sillón de Pedro Burgos.

Pero cometerá un gran error -algo, se supone, que con los resultados de este domingo también ya lo sabe- si cree que con lo sucedido en las PASO le alcanza para llegar tranquilo a octubre próximo.

Suele decirse que siempre es más difícil convertirse en un buen ganador que en un buen perdedor. Y Bertellys tiene necesariamente que asimilar que para él ser un buen ganador el domingo que pasó implica una lectura mucho más profunda, que va más allá de la que indican los números que lo convirtieron en el más votado de todos.

Probablemente, para octubre pueda no alcanzarle con la cantidad de sufragios que obtuvo ahora. Sobre todo si empieza a mirar para atrás y observa que no es mucha la diferencia que le sacó a Nelson Sombra, el ahora candidato del Frente de Todos.

Sombra obtuvo menos votos que Alberto Fernández y Axel Kicillof. Y sabe que necesita más. Pero también tiene en claro que dentro de dos meses puede jugar a su favor el arrastre de los eventuales Presidente y Gobernador bonaerense. 

Consciente de esa realidad, en las previas a las PASO fueron el propio Sombra y los demás postulantes de su espacio quienes pusieron especial énfasis para que en Azul se votara la lista completa del Frente de Todos. Algo que, según contaron quienes estuvieron en las mesas de votación, en principio este domingo no pasó y que los guarismos demuestran.

A modo de ejemplos: en Azul, aún con datos que no eran definitivos, Macri y Fernández peleaban voto a voto para la presidencia y Kicillof perdía con Vidal. 

En ambas disputas, las cifras oficiales revelaban que Fernández y Kicillof habían logrado a escala local más adhesiones que la totalidad de la suma de los votos colectados por Nelson Sombra y Oscar Rondán, el otro postulante que no pudo convertirse en candidato a intendente por ese frente.

Esas dos situaciones, una vez más, ponían en evidencia el comportamiento ya mencionado del electorado local, que históricamente suele mostrarse diferente a la tendencia de lo que sucede en otros lugares de la provincia y del país.   

La más importante

Hernán Bertellys ganó su elección más importante en lo que fue ese sondeo a urna abierta del domingo que pasó. La famosa gran encuesta que el votante está obligado a responder y que convierte a precandidatos en candidatos; pero que no define nada más que una tendencia.

Vistas desde ese lugar, las PASO pueden parecer que no valen para nada; aunque a Bertellys le sirvieron para sacarse de encima a una “vaca sagrada” de la política local. Nada más, ni nada menos, que a Omar Duclós.

Casualmente, ambos tuvieron en común en estas Primarias el hecho de compartir un mismo espacio. Pero no hay que hurgar mucho en el perfil de los dos para darse cuenta de que son bien distintos si se trata de definirlos desde lo ideológico. 

Duclós llegó hasta Cambiemos casi que forzado por las circunstancias. Y tal vez creyó -teniendo en cuenta, fundamentalmente, lo que había sido la elección que en 2.007 le permitió en Azul ser intendente por tercera vez consecutiva- que sólo con su nombre bastaba para patearle el tablero al otrora peronista y ahora tripulante de esa nave de tinte neoliberal que ayer naufragó en el país y en la provincia de mayor peso de todas.

Los números están a la vista. A Duclós no le alcanzó. 

Cuando poco después de las 21.30 horas del domingo, en diálogo con los medios desde el Comité Radical, hizo pública su felicitación a Bertellys, íntimamente ya sabía que la tendencia con olor a derrota para él no iba a revertirse bajo ningún modo. Ni siquiera con los votos obtenidos en Cacharí y en Chillar, que en otras elecciones le ayudaron a ganar pero que ahora no le sirvieron para conseguir ese mismo objetivo.

Entre una de las tantas lecturas que Bertellys tendrá que hacer de cara a octubre, precisamente, figura analizar con profundidad por qué no le fue bien, a diferencia de lo sucedido en Azul, en las localidades vecinas.

El actual intendente necesita de esos votos. Y también de los demás que obtuvo Duclós, aunque las diferencias que existen entre ambos y llenaron de chicanas la campaña, desde un lado y del otro, surjan hoy como lejanas para un eventual consenso. Un concepto que, asociado específicamente a la política, señala que el que gana conduce y el que pierde acompaña.

Más allá de lo que públicamente los dos declararon el domingo con el resultado puesto, eso pudo observarse -por ejemplo- en el hecho de que el ex intendente no se haya acercado durante la noche de aquel día hasta el bunker de su competidor en las PASO para saludarlo.

Por eso, difícil resulta imaginar si el electorado que en estas primarias eligió a Duclós hará lo propio con Bertellys en las generales de octubre próximo. Al respecto, ya se sabe que en política lo que menos existen son las sumas aritméticas de votos.

El voto “bertellysta”

¿Hay una génesis del voto “bertellysta”? ¿Qué motivos se pueden esgrimir para explicar la cantidad de sufragios obtenidos por el actual mandatario comunal?

Una posible razón pueda encontrarse en las declaraciones de quienes fueron sus competidores en estas elecciones. 

Muchos de ellos hablaron, y criticaron, el tipo de campaña llevado adelante por Hernán, de la mano del aparato que le permitió, como intendente que es, desarrollar en los últimos meses una -por llamarla de alguna manera- “feroz” política de obras. Tal vez, dotada de un ritmo tan intenso como el que no se apreciaba en los meses y años anteriores de su misma gestión.

Una campaña que, tampoco es una gran revelación la que sigue, lo llevó incluso a vulnerar de manera connotativa la veda electoral, algo por lo cual el propio Duclós después lo terminó denunciando.

Pero a esta altura, una vez más con el diario del lunes en donde se ve ganador, seguramente a Hernán eso le preocupará poco y nada. 

Lo concreto es que, mientras los demás hablan, él sobrevivió al tsunami de Cambiemos y es uno de los que sigue de pie en los municipios del interior profundo bonaerense. Expectante y esperanzado con lo que sucederá dentro de dos meses; pero sabiendo también que detrás suyo -no muy lejos, por cierto- una “sombra” que está amparada en un frente que dice ser de todos puede tranquilamente aparecer sentada en ese mismo sillón desde el que hoy él los mira a todos, sabiendo que el domingo fue el más votado.