Lamentablemente, escuchar hablar del pésimo estado de los caminos rurales del distrito no es una novedad. Empleados y dueños de establecimientos, y trabajadores ocasionales del sector (veterinarios, contratistas, etc), sufren las consecuencias del desmanejo que distintas administraciones comunales han tenido sobre la temática, así como del poco cuidado que algunos “usuarios” de esos trazados tienen en las horas posteriores a una lluvia moderada o torrencial. El arreglo y mantenimiento de la traza vial del partido de Azul es materia pendiente desde hace años. Siempre habrá argumentos, más o menos comprensibles, de las razones que impiden un abordaje efectivo de la cuestión: que la falta de equipamiento; o insuficiente cantidad de personal; o la extensión en kilómetros; etc, etc, etc.

Laura Sosa integra una de las tantas familias que viven en el campo, donde además trabajan. La mujer, que fue entrevistada telefónicamente por EL TIEMPO, se domicilia en la estación Martín Fierro.

“Por lo general usamos la Ruta 3 hacia Chillar y, a la altura del kilómetro 350, es donde ‘bajamos’ al camino rural. Desde ahí hasta acá (estación Martín Fierro), que son 17 kilómetros, es un desastre. Las fotos muestran un tramo que está pasando Martín Fierro, hacia Loma Larga, en dirección a Tandil. Es la que usamos siempre para llevar a mi hija a la escuela. Después de que pasan equipos de cosecha quedan unos pozos impresionantes; es un desastre lo que son los caminos”, afirmó Sosa.

Dijo que, desde hace aproximadamente año y medio, no se hacen tareas de mantenimiento en ese trazado. Por ende, el entoscado que había, se rompió.

“Por lo general lo arreglan por tramos, a medida que se forman los pantanos. Enfrente tengo una balanza de la estancia San Ramón y todos los camiones que vienen por el tema de la cosecha, usan mucho esta calle”, dijo, para dar una idea de la importancia que tiene ese camino.

Según explicó, la foto que acompaña su relato la tomaron el pasado lunes, “cuando fuimos con la pala para abrir y el agua se vaya para los costados; a la tarde entró un camión, que se encajó e iba y venía”.

Esta realidad está a sólo 67 kilómetros de la planta urbana de Azul, en proximidades del predio donde se levanta el Parque Eólico “Los Teros I y II”.

“No sabés lo que es la calle antes de llegar. Es tremendo cómo están y, cuando vas llegando a la estancia La Argentina, está espectacular”, sostuvo, en alusión a las mejoras que realizaron las empresas subcontratistas que tienen a cargo el desarrollo de ese emprendimiento de energías renovables.

Sosa confió que su hija –alumna de la escuela de Tedín Uriburu- tuvo que faltar a clases en varias ocasiones, al no poder llegar por el pésimo estado del camino, y que la misma circunstancia se produjo en alguna situación de emergencia que debieron solucionar de otra manera.

“Cuando llueve mucho en Manantiales, como la vez pasada que cayeron 60 o 70 milímetros en un ratito, se cortan las calles. Es una media tarde, pero desbordan los arroyos y no podés pasar”, afirmó.

Consideró probable que, una vez que se construya una segunda retención del agua de lluvia proveniente del sector de la Boca de las Sierras –complementaria de la presa La Isidora-, se aliviará la situación que vienen padeciendo desde hace décadas en esa zona del límite de los distritos de Azul y Benito Juárez.

Sosa describió que de lunes a viernes recorre con su vehículo 8 kilómetros –ida y vuelta- para que su hija suba en la combi que la traslada hasta el establecimiento educativo, circunstancia que hace que se cruce al partido vecino.

“Una vez que salís del partido de Azul, sabés que los caminos están bien cuidados”, reflexionó.