Ella tiene 85 años, es amable, de espíritu jovial y una energía inmensa, gentil, y sobre todas las cosas, sumamente solidaria. Lo ha sido siempre, sólo que ahora es una mujer grande, que vivió toda su vida haciendo costuras para afuera o dictando clases en el Hogar Agrícola.

Recibió a este diario en su casa hablando de sus gatas compañeras, pero claro primero de sus hijos, nietos y su marido que ya no está.

Tiene su casa repleta de portarretratos con esas caras de gente que ella tanto adora.

Pero vamos a los que nos llevó a su casa. Cada uno en la vida tiene, o por lo menos eso se pretende, que tenga la posibilidad de invertir su tiempo cómo quiere, y María Inés Rojas lo hace haciendo muñecos para donarlos, en el marco del Día del Niño.

“Desde los 6 años tuve claro que quería coser”

“Soy de Curuzú Cuatiá, provincia de Corrientes, que se encuentra a dos horas de Paso de Los Libres, donde tenemos hasta Casino, y es zona militar”, describía su lugar de nacimiento.

Continuó “resulta que me casé con un militar, y como mi hermano y mi cuñado eran también militares tanto les insistió hasta que un día ellos lo llevaron a casa. Ese fue el inicio de nuestra historia. Yo en mi casa ya tenía un taller de costura”.

Ahí comenzó hablando de su amado marido Lucas Bulacio con quien formo una hermosa familia junto a sus tres hijos (como dato, este año en Septiembre hubieran cumplido 60 años de casados), y también hablo de su oficio, respectivamente.

Continuó que “ocurre que de chica mi papá (que era de la Confederación General del Estado) nos dijo que no nos podía hacer estudiar a todos y yo le dije que solo quería coser. Así que desde muy joven, tenía 15 años cuando comencé a estudiar corte y confección. En ese momento me llevó 6 años porque se llamaba el sistema ´Rodríguez´. Es decir antes la costura era otra cosa, era más formal, los vestidos bordados, las tablitas en la cintura, yo me hacía mis propios trajecitos. He hecho miles de vestidos de novia”.

Señaló que “sé desde dibujar los moldes hasta la última puntilla de un vestido. Además en mi pueblo cosía para afuera, donde de hecho mi traje de novia me lo hice yo”.

Sobre desde qué edad cuenta con esta inmensa pasión señaló que “desde los 6 años tuve claro que quería coser, y hasta hoy con casi 85 años, nunca paré de hacerlo, y ahora me puse a hacer muñecos”.

respecto puntualizó que “me lo ofreció una amiga mía y me gustó la idea. Así que fuimos a un espacio donde hay chicos y la verdad es que me conmovió tanto que quise ayudar. Hago prácticamente 3 o 4 muñecos por día. Me encanta y es una satisfacción muy grande poder darles una alegría a los chicos. Así que ya se han llevado muchísimos muñecos, y continúo haciéndolos. De hecho algunos los reciclo, hago muñecas de cualquier tamaño y hasta títeres”.

En la máquina del tiempo

En segundo término, Inés manifestó que “en 1962 ya casada, a mi marido le dieron el pase a Córdoba, y aunque primero estuve en Buenos Aires, ya después nos enviaron a Azul que de hecho lo tuve que buscar en el mapa ¡porque no sabía que existía.

Agregó que “cuando llegamos ya tenía 37 años, mi hija menor nace aquí, y es acá en Azul donde empecé a coser y no paré nunca más.

Tengo mis máquinas industriales, de todo tipo, en definitiva mi taller. En Azul he hecho de todo. Dejé de coser para afuera hace dos años, aproximadamente”.

Posteriormente continuó hablando del Hogar Agrícola. “Empezamos dando clases en el Buen Pastor, pero siendo Hogar Agrícola. Después de unos altercados me llamaron para trabajar allí y yo acepté porque era lo mío, aunque no pensaba en trabajar. Después estábamos incómodas en ese lugar, fui a hablar con el intendente de turno y lo convencí que necesitábamos otro espacio propio, busqué uno que ya lo tenía en vista: la esquina de Rivadavia y Guido Spano. Remodelamos ese lugar, trabajábamos con la cooperadora muchísimo en ese sitio y nos quedamos allí En la inauguración me nombraron madrina del Hogar Agrícola. Es el día de hoy que las chicas, mis ex alumnas me saludan, por ahí no las recuerdo a todas, pero les tengo un gran cariño y afecto”.

También recordó, y es de destacar, a otra de sus metas cumplidas ya que en el año 2008 con 75 años terminó la secundaria, recibiéndose en ese mismo año junto a una de sus nietas. Este matutino en esa oportunidad la destacó como “una súper abuela!!”

Hoy en día, su intacta pasión por la costura y su amor por ayudar al prójimo conforman ese motor diario que la impulsa a tener siempre una meta, un proyecto a cumplir, siempre mirando al futuro. Su familia toda (hijos, nietos y bisnieto) también la acompañan en cada uno de sus sueños.